¿Qué significa domesticar?
Alejandra Luthmer Louzao
Pintora, diseñadora gráfica, arteterapeuta certificada por el Gestalt Art Therapy Center de Australia y estudiante de Cuentoterapia.
Se dice que la humanidad empezó a domesticar animales hace más de 8,000 años. Me imagino que esta relación aparece entre especies por curiosidad, por necesidad o simplemente por amistad, buscando beneficiarse mutuamente. Siendo los animales tan nobles, responden con generosidad ante los cuidados y el cariño de los seres humanos y unos miles de años luego nos encontramos con relaciones profundas entre estas especies y nosotros.
Según el diccionario de la Real Academia Española, domesticar significa: reducir, acostumbrar a la vista y compañía del hombre al animal fiero y salvaje.
Y ciertamente tenemos una civilización occidental patriarcal que se ha sentido con la licencia para doblegar la naturaleza y reducirla a algo utilitario y consumible.
En cambio, yo me inclino por una definición más profunda que se encuentra en el maravilloso cuento titulado El principito : “domesticar es crear lazos”.
—Sólo se conoce lo que uno domestica —dijo el zorro. —Los hombres ya no tienen más tiempo de conocer nada. Compran cosas ya hechas a los comerciantes. Pero como no existen comerciantes de amigos, los hombres no tienen más amigos. Si quieres un amigo, domestícame!
Domesticar es, para el zorro, cultivar con paciencia y amor una relación, ver en el otro un amigo, un ser único, descubrir sus cualidades, sus características, eso que lo diferencia del resto y amar esas diferencias. Por eso sólo se ama lo que se domestica, lo que se conoce y se respeta. Ese amor implica también cuidado y responsabilidad.
Dice el zorro que es un camino que no tiene retorno: “Eres responsable para siempre de lo que has domesticado”.
La etimología de la palabra domesticar nos confirma esta definición. Del latín, domesticus, relacionado con la casa, o sea, que es parte del hogar, del círculo íntimo de una familia. Domesticar es crear una relación familiar basada en la confianza.
Tengo profunda admiración y respeto por los animales. Contrario al ser humano, los animales de todas las especies saben muy bien quienes son, se conducen con gracia y belleza, de acuerdo a las leyes naturales y viven en armonía con el Todo, en perfecto equilibrio. Son sabios maestros.
En mi caso, mis pequeñas maestras son dos gatas que adopté desde que tenían dos meses. He aprendido a conocerlas en sus particularidades y a comunicarme con ellas un poco en su idioma y un poco en el mío. Su cualidad es sobre todo el silencio. Ellas viven y se mueven en el silencio, comunicándose con miradas y movimientos. Yo en cambio me comunico con palabras que ellas escuchan con curiosidad. Debo parecerles tremendamente ruidosa.
El gato es un animal noble y digno, brinda cariño con independencia y libertad, sin doblegarse. No en vano, fue considerado símbolo de una deidad en el Antiguo Egipto. Se le asocia con el misterio. Su cualidad de ver en la oscuridad es también símbolo de sabiduría. Ve más allá de lo evidente por lo que se dice que tiene una conexión con lo invisible. Se le considera guardián de los espacios que habita. Por su agilidad y rapidez se le asocia con la excelencia, con el logro de lo imposible.
Los animales además, nos ayudan a los humanos a entender los símbolos. Nos vemos reflejados en ellos y les otorgamos cualidades que nos ayudan a expresarnos y a entender el mundo y a nosotros mismos.
Domesticar ha sido entonces un ruta donde humanos y animales hemos entrelazado nuestros destinos. El lazo que nos une para siempre con estos seres nobles que nos acompañan en la vida está tejido con un hilo invisible que atraviesa especies, que llega a todos y a todo.