La habitación de Barba Azul

Yasmina Escalona Moyano

Licenciada en Bellas Artes, ilustradora, profesora de secundaria, educadora infantil. Y, actualmente, coordinadora de la escuela de Cuentoterapia de Madrid.

Pues señor, esta historia que voy a contar me pasó, no hace mucho, cuando aún las abejas volaban entre rosas y no existían barbas azules.

En la primera página del cuento soy la menor de tres hermanos y única niña, con una madre madrastona y cabrona.

Algo no encajaba, era invisible para madre y hermanos …y la soledad alrededor era profunda y voraz.

La única explicación lógica era ser hija de otra madre y hermana de otros hermanos aún por conocer… lo tuve clarísimo, ¡¡era adoptada!!... tenía que encontrar las pruebas que lo confirmaran y regresar lo antes posible con mi familia.

Un secreto oscuro sólo puede esconderse en un lugar oscuro… así acepté que mi destino estaba escrito en las sombras… y así llegó a mis manos “Barba Azul” ….en plena búsqueda de mi familia biológica.

Mi padre tenía que trabajar mucho para sostener rarezas y secretos, pero también para pagar precios muy altos.

Aunque pasaba mucho tiempo fuera de casa siempre me traía cuentos, fábulas, compilaciones literarias, antologías etc.

Eran flores en el desierto, podía viajar, rimar la vida y ser heroína y no funambulista ciega y descalza.

Con el paso del tiempo desaparecieron los caminos, los horizontes se alinearon hasta el nivel del mar… y todo era agua dentro y fuera.

Mi padre regresó de uno de sus viajes y me trajo un libro con tres cuentos: “La princesa y el guisante”, “El patito feo” y “Barba Azul”.

Un Barba Azul que enfrentaba sin miedo las fuerzas de la naturaleza con el cielo infinito en su cabeza y el mar profundo a sus pies.

Una figura que me pareció valiente, enigmática, poderosa e incluso hermosamente salvaje… la ilustración que acompañaba el cuento era fascinante, la barba azul se convertía en ondas marinas donde navegaban barcos, nadaban peces extraños (casi abisales) y las olas terminaban crepitando como fuego en costas exóticas y lejanas…esa imagen me atrapó, me atrapó ese personaje con el que me hubiera casado sin dudar…. Además, yo también era la pequeña y esa unión marital me correspondía a mí. La única imagen de aquella habitación secreta de Barba Azul era una pequeña puerta, la más pequeña de todas en unas escaleras de piedra que parecían bajar a la oscuridad de las mazmorras.

Barba azul era mi madre… o las mujeres también tienen barbas

Algo me hizo click, la más pequeña de las hermanas….una habitación prohibida, un personaje que daba la libertad sólo si la rechazabas con sumisión….te dejo tener alas si te las cortas porque yo lo ordeno.

Se me aceleraron los pulsos, me sentí más cerca del secreto que necesitaba descubrir….y ese cuento fue un mapa del tesoro… la puerta no tenía que ser exactamente una puerta como las demás, podía ser diferente, más pequeña, menos transitada… todas las puertas de la casa tenían pestillos… pero las de los armarios tenían llaves decoradas con borlas de color dorado y azul… sin duda podía ser una de esas llaves la que debería usar, abrí cada armario, busqué detalladamente secretos y razones... pero no encontré nada.

Quedaba aún una puerta por abrir, la de un antiguo bargueño familiar del siglo XVII… tenía figuras talladas a ambos lados como si fueran las columnas del hades, y cabezas grotescas que parecían sonreír a gritos.

La llave era más pequeña que las demás, la borla era dorada y roja como la sangre y también la puerta era diferente a todas, dentro todo eran compartimentos llenos de papeles manchados por el tiempo, cuadernos que parecían tener papel de biblia fino y sagrado, fotografías grises recortadas con una bonita filigrana alrededor, recuerdo también un sonajero de plata en forma de campana.

¡¡Encontré la habitación secreta de Barba Azul!!.. sabía que aquella llave sangraría sin parar si la usaba, también sabía que sería imposible abrir esa puerta y ser la misma, ser… los mismos.

Lo peor era que todos sabrían que yo ya conocía el secreto y que eso me convertiría en una presa que debe ser eliminada.

¿Creéis que usé la llave?

La usé.

Encontré muchas cosas…y sí, estaba mi partida de nacimiento, el libro de familia…e incluso una valoración psicológica que me hicieron en el colegio y otra de psicólogos externos.

¿Queréis saber?...era hija de mi madre, y hermana de mis hermanos… Había encontrado a mi familia biológica y estaba arrasada… ¡menuda porquería de cuento con final de mierda!

Momento egoico, ¿a que era bonica?. Cuando me quedaba sola probaba todas las llaves

El cuento no mentía, dentro de aquella habitación olía a muerte y lo que ocultaba era atroz. La llave sangró sin parar, Barba Azul supo que conocía su secreto, y yo... Lloré mucho… por mí y también por mi padre.

He tardado tiempo en alcanzar la torre del castillo para pedir ayuda, se podría decir que cada escalón ha sido un cuento completo dentro del cuento, pero ya puedo ver galopando en el horizonte a caballos con jinetes que vienen a rescatarme, aunque todavía hay veces que creo que son sólo un espejismo.

No sabía si firmar está historia de Pepita Zanahoria, cómo voy a decir que fuera de los cuentos existen malas madres, madres con barbas azules y habitaciones prohibidas, madres ogro, lobo, sapo…. madres hijas de puta, a veces a ratos, a veces de manera crónica... a veces nunca.

Los cuentos no tienen miedo a hablar, no buscan ser “ políticamente correctos “ y son como Jaime de cristal (el de Gianni Rodari), un niño transparente a través del cual puedes ver, un niño al que no podrás encerrar en una mazmorra oscura porque hará transparentes sus paredes.

Los cuentos han sido el único y extraordinario referente honesto que he tenido... por encima de las normas y dimes y diretes de la vida real y mental. En ese mundo adulto y racional testifiqué ante una jueza que me respondió…”Le recuerdo a la testigo que madre sólo hay una”…y así quedó la cosa fuera de lo mágico simbólico…”una madre no hace eso, está por encima de todo, tienes que respetarla, porqué dices estas cosas, te está educando...”

Barba Azul no me mostró lo que yo hubiese querido ver, pero me enseñó que se podía vencer, y me advirtió de lo que sucedería hasta alcanzar la victoria.

Usa todas las llaves… y si alguna tiene que sangrar… que sangre.

Ya adulta fue inevitable investigar más sobre Barba Azul, cuento europeo recopilado y adaptado por Charles Perrault en 1695 y tal y tal y tal… pero, ¿sabéis que está inspirado en un personaje real? Giles de Rais, un torturador asesino y necrófilo que se cebaba con niños, calculan que por lo menos 150.

Este despojo humano dijo: «Yo soy una de esas personas para quienes todo lo relacionado con la muerte y el sufrimiento tiene una atracción dulce y misteriosa, una fuerza terrible que empuja hacia abajo [...]. Yo hice lo que otros hombres sueñan. Yo soy vuestra pesadilla»

Gracias, Lorenzo, por sostener el candil de los cuentos encendido incluso en la tormenta.

Gracias a los docentes que sois familia mágico simbólica y nos ayudáis con pócimas de experiencia.

Gracias a todas las personas con las que recorro caminos que no van a ninguna parte.

Gracias a mi padre por serlo y por ser también la mejor madre.

Gracias a Marisa Fernández, mi terapeuta valiente, que me acompaña en la torre del castillo.

Gracias a mí que sigo viva a pesar de las llaves que sangran.

El bargueño

La aprehensión de Jesús, ese instante tras la traición de Judas, ejecutada con un beso.

Esa es la imagen labrada en la puerta que oculta los cajones.

Antes de conocer ese momento bíblico, veía castigo y condescendencia... a mis ojos, Judas era el inocente y Jesús el ejecutor.

Ese bargueño fue mi habitación secreta de Barba Azul.

El bargueño es un mueble de madera, de origen español, fabricado entre los siglos XVI-XVIII, podría llamarse también “el mueble de lo oculto “, por la cantidad de pequeños cajones que escondía en su interior, algunos de ellos imposibles de encontrar a simple vista.

La utilidad original de esta antigüedad era ser escritorio y secreter, guardaba material de escritura, atesoraba papeles de cierta importancia, recuerdos, pequeños objetos y secretos…sobre todo secretos.

Aquello era como un pequeño castillo oscuro de maderas nobles, con su barbacana, pasadizos y habitaciones... yo era pequeña y no tenía permitido fisgar a mi antojo.

Mi curiosidad se encendía cuando mi padre abría aquel mueble, yo, con la discreción por estrenar, me ponía de puntillas para mirar dentro:

Había una pequeña galería de arcos labrados y debajo un fino pasamanos con pequeñas columnas que se enroscaban…y si seguías mirando empezabas a distinguir pequeños cajones prolijamente integrados.

En una cúpula central, a la vista, había una fotografía (más dibujo que foto) de cuerpo entero de la bisabuela de mi padre, un sonajero de plata y un sólo guante diminuto tejido con un hilo demasiado fino, incluso para coser recuerdos.

Nunca tuve tentación de abrir aquello por mi misma y menos aún sola… hasta aquel día, después de leer “Barba Azul”.

Aquel mueble era un mueble para adultos con secretos no aptos para niños.























































































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