Enlazando mundos
Carmen Iglesias Iturralde Terapeuta holística, profesora de Método Feldenkrais y cocinera. Coordinadora de Anatot Espacio Creativo en la isla de Gran Canaria.
Me han invitado a inaugurar esta sección tal vez porque nos encontramos lejos del núcleo donde ha nacido la Cuentoterapia y raramente nos visitan participantes de la Península. Cuando estaba dando forma a este texto me dije que la labor merecía la pena y al usar esta palabra, “labor”, pensé espontáneamente en nuestra escuela como un tapiz que ha ido tejiéndose a lo largo de los años. La metáfora me llevó después a esa foto en la que me veo con veintisiete años, hilando y embarazada de mi primera hija. Hace poco puse en un lugar más a la vista ese huso que siempre me ha inspirado, aunque haga tiempo que no hilo. Como toda obra salida de un telar la escuela de Canarias tuvo su urdimbre y tiene su trama. Para quien no este familiarizado con el significado que tienen estas palabras explicaré que la urdimbre son los hilos verticales. Al constituir el eje del tejido, sus hilos deben ser fuertes y resistentes. La urdimbre va cogida a un marco. A su vez, la trama o el relleno está compuesta por los hilos que van entretejiéndose horizontalmente. De la trama depende cómo será el tejido, sus texturas, sus diferentes colores, el diseño, su flexibilidad.
El marco
Llevo viviendo en Gran canaria desde el año 77, nací en Madrid. Soy de esa generación en la que casi todos los padres de los allí nacidos eran migrantes de otras provincias. Yo tuve un padre segoviano, de esa meseta fría y recia en invierno que en verano dora sus campos con brillantes espigas repletas de simientes, meciéndose al sol. Recuerdo el polvo que la trilla levantaba en las eras, al separarse el grano de la paja. Mi madre era de Navarra: alamedas, cerezas, setas, cangrejos; truchas, monte, caza, molino; rio, senderos, luciérnagas… Muchos de aquellos niños madrileños disfrutamos la oportunidad de pasar las vacaciones escolares en los lugares de origen, retomando el contacto con la vida rural. Estas vivencias entrañables fortalecieron mi destino.
La gran urbe se me quedaba estrecha y con el impulso que trae la juventud me enrolé en el proyecto de un par de canarios. El plan era ir a Perú después de pasar una pequeña temporada en Gran Canaria y aquí me quede, en esta pequeña isla en medio del atlántico. Todavía me impacta su luminosidad y también la nubosidad que cubre el cielo de la isla en pleno verano, aquí en el norte, donde yo vivo. Me tomé tiempo para comprender los códigos del lenguaje, del paisaje, de las relaciones...y ahora, al hacer este movimiento de mirar hacia atrás, después de 42 años, noto el efecto que ha dejado en nosotros la globalización. Aquí planté una semilla y crecieron raíces. Con Pedro, mi compañero de vida, canario él, creamos Anatot Espacio Creativo. Comenzamos siendo una granja escuela donde los cuentos maravillosos acurrucaban las noches de campamento y los tiempos de espera durante la fermentación del pan. Esta actividad para niños tuvo su tiempo durante dieciocho intensos años.
La urdimbre
Paralelamente a la actividad propia de una granja escuela y ya antes de ponerla en marcha, Anatot organizó talleres y formaciones de Psicología Humanista a través de la escuela catalana Estel de Ramón Vila. Vinieron diferentes profesionales, entre otros Albert Rams, auténtico, cercano, el maestro que nos dejó ser y sacar lo mejor de nosotros.
Era fácil para mí ser un puente entre la Península y Canarias. Nos movió a hacerlo nuestra propia necesidad de crecer en el ámbito personal y la de otras personas inquietas. Disfrutamos mucho durante años, generando ceremonias estacionales, cuidando los símbolos y los rituales. Años mas tarde, gracias a Armando Molina, un canario adelantado y viajado, buen conocedor del eneagrama, conocimos a Georgina H. Bernal, a Alfonso Castro y a otros terapeutas mexicanos. Las estancias temporales de Alfonso marcaron otra etapa psicoterapéutica en La ciudad de Las Palmas.
Muchos de los cuento-terapeutas murcianos bebieron también de esta fuente. Alfonso tenia la habilidad y el coraje de hacernos ver las costuras de cada traje; nos enseñó a usar su herramienta mas preciada, la prueba de valores Hartman, que él usaba como transparente bola de cristal. Por estas tierras entraba bien su temperamento. Muchos ancestros canarios cruzaron el atlántico en épocas de penuria. En casi todas las familias había alguien que marchó para las Américas y muchos de los que regresaron lo hicieron dejando lazos sanguíneos, trayendo costumbres... La parte indígena que Alfonso llevaba puesta a la espalda, con sus quinientos años de conquistadores, resonaba en el isleño conquistado que todo canario lleva dentro. Gracias Alfonso, por tus Castro-aventuras, fue un privilegio escucharte y verte trabajar.
Y Alfonso fue el enlazador de mundos que nos trajo a Lorenzo Antonio Hernández Pallarés. Cuando Lorenzo llegó aquí ya estaba lleno de inquietudes, conocimientos y entusiasmo, haciendo camino, comenzando a ser mago; construyendo un mundo cercano, con mas sentido humano. Rondaba el año dos mil, entró en Canarias tímidamente, porque tal vez ese sea su modo de acercarse a la vida. Nos trajo la psicogenealogía y el tarot, con el que se había reconciliado tras su encuentro con Jodorowsky; y también la terapia de renacimiento y las matrices perinatales. Con lucidez y acierto nos regalaba actos psicomágicos que poco a poco fueron siendo sustituidos por cuentos. Y aquellos cuentos dejaban en nuestro interior imágenes que eran tan poderosas como los actos. Tengo que confesaros que en aquella época su reloj interno no tenía esfera y a veces nos quedábamos “un poco” saturados. Nos traía cuentos y cuentos, horas de cuentos; más con todo y con eso, sabíamos que lo mejor estaba por llegar. La energía murciana entró en acción, se ensamblaron las piezas y en poco tiempo los talleres comenzaron a tener forma, concreción y poder, dirección y éxito. La magia había tenido efecto... ¡La Cuentoterapia había echado a andar!
La trama
A nosotros, los participantes de Canarias, siempre nos gustó ser aprendices de magos, aprendices gustosamente dispuestos a participar en todas las novedades que Lorenzo nos proponía en sus talleres de fin de semana. En estos meridianos del planeta se da una apertura y una disponibilidad para tocar el mundo emocional que ha sido comentada por diferentes profesionales del ámbito terapéutico. La primera etapa de la Cuentoterapia en Canarias fue bastante caótica, por necesidad creativa. Lorenzo venía aquí y estrenaba talleres, animado por nuestra receptividad. Y los participantes, que estábamos totalmente centrados en el trabajo personal, comprobamos que su propuesta era amable para nuestras almas y que tenía un efecto transformador en todos. En diciembre del 2014 di el paso de organizar y acoger la primera promoción de Cuentoterapia en Canarias, y al hacerlo nos convertimos en una escuela. Sumarnos al proyecto formativo puesto en marcha en otras ciudades de La Península suponía realizar un acto de desapego, porque a partir de ese momento Lorenzo no sería el único docente que impartiese los talleres. Si yo había reconocido en él a un sembrador, un sembrador de cuentos, de posibilidades, de iniciativas, qué menos que confiar en él y abrir nuestros corazones a otros cuento-terapeutas, aunque no los conociéramos.
A Mar Val le tocó ser la primera docente que ocupaba el lugar de Lorenzo, y ella asumió el reto con la naturalidad y el candor que la caracteriza. El tema era muy apropiado para un comienzo, los miedos, y la verdad es que no fue buscado intencionadamente. El caso es que con ella rompimos el hielo y según se sucedían los talleres fuimos encontrando riqueza en la diversidad. Cada docente nos aportaba sus propios referentes, su propio bagaje. Hay quien comparte su experiencia con un contagioso dinamismo. Hay quien brilla por su capacidad para llevarnos despacio hasta muy adentro. Otro nos regala su conocimiento humildemente, pasando desapercibido; y otro nos enciende la chispa de la rabia infantil sin perder de vista los buenos argumentos. Unos cuentan, otros leen y todos transmiten, impulsándonos a desplegar nuestros dones.
La naturaleza interdisciplinar de la Cuentoterapia facilita su integración en diferentes ámbitos laborales, el educativo, el artístico, o el de la salud, en un sentido amplio. Todos los alumnos que han completado la formación o que se están encaminando a ello, son como las lanzaderas que cargan el hilo de la trama en el telar. Todos tejen sus propios motivos con diferentes colores y texturas en ese tapiz que es nuestra escuela. Algunas personas hacen crecer el tejido llevando los cuentos a las aulas de un instituto o de un centro de formación profesional. Incluso han encontrado momentos para leerlos en las reuniones de profesores. Hay un viejo conocido de Anatot que se reencontró con su vocación profesional gracias a esta escuela y sé de otro que llevaba buscando mucho tiempo este espacio de encuentro entre la literatura y la psicología humanista. O como diría Don Quijote, entre las letras y las armas. En esta isla la Cuentoterapia también ha despertado la vena literaria de quienes han profundizado en ella, del mismo modo que ha estimulado la creatividad de los compañeros y compañeras que son músicos, artesanas... Recientemente hemos acogido las primeras sesiones de cuentoterapia educativa, para impulsar la labor que ya realizan en diversos centros algunos de nuestros compañeros de formación. Otra compañera de la última promoción ha apostado con fuerza por la aplicación de esta herramienta en el ámbito de la protección al menor. Y yo misma he descubierto que la cuentoterapia puede acompañar el método de aprendizaje somático desarrollado por Moshen Feldenkrais.
Ya siento que somos una escuela, con hermanos mayores, medianos y pequeños. Los que terminan, los que comienzan, los que quieren repetir, los que vienen a afrontar temas concretos, gente valiente que va y viene a través del tiempo. La primera vez que asistí a un Encuentro internacional de Cuentoterapia palpé la fuerza de tanta gente, su creatividad... Era un movimiento entusiasta y participativo. Aquella vez regresé con satisfacción y energía, con ganas de que mi gente pudieran disfrutarlo y de transmitirles que la Cuentoterapia es un tejido vivo.
Este artículo fue publicado originalmente en el número cinco de la revista anual de AICUENT, en diciembre de 2019. Fue encargado para estrenar la sección llamada Una escuela.