¡Toc, toc!

Carmen Cerezo Cánovas

Educadora infantil. Trabaja en el ámbito de la educación complementaria y no formal. Formada en Cuentoterapia y también cuentera ocasional.

Un símbolo. Una puerta. Un muro. Una casa. Un prado. Un castillo. Un cielo. Un infierno. Un cuento. Una puerta.

Puertas anchas, estrechas, angostas, misteriosas, enormes, diminutas, ostentosas, rígidas, caprichosas, tenebrosas, únicas, comunes. ¿Qué abren las puertas? ¿Qué encierran? ¿Qué se esconde tras una puerta? ¿Qué hay al otro lado? ¿Y qué hay en este lado? ¿Tiene el limbo puertas? ¿Las cruzamos?

Parece que tengo más preguntas que respuestas pero a veces en esos mismos planteamientos está parte de la solución: las cruzaremos si es el momento, si elijo cruzarlas, si lo deseo, si lo necesito, si lo intuyo, si lo pienso, si lo siento, si me empujan.

Una puerta es un símbolo de cambio, de acceso a otro espacio distinto, de paso al infinito o al finito, de lo mundano a lo sagrado. La primera puerta que atravesamos, es el umbral del nacimiento, como decía el álbum ilustrado Vamos a cazar un oso, ni por arriba, ni por abajo, tendremos que atravesarla… Y este canal por el que pasamos, esa vez no lo elegimos, lo atravesamos y aquí estamos, en este mundo.

Para algunos este mundo es el paraíso, ese espacio selvático, instintivo, idílico y poético, en el cual Eva decide cruzar esa puerta y muerde la manzana. Al otro lado, el infierno. Las puertas a veces no son de ida y vuelta. Cruzarlas es transgresor, la curiosidad femenina, el ansia de novedad. Lo veremos en algunos cuentos. Es el final de un espacio y también el comienzo de otro.

La etimología nos ayuda a comprender el significado de esa raíz, esa voz que la humanidad ha utilizado desde hace miles de años. Corominas nos ayuda a discernir que “puerta” viene del latín porta y de ahí su familia léxica, portillo, portón, portal, pórtico, compuerta. Según Pedro Felipe Monlau (1808-1871), porta viene de portare (portar, llevar), pues cuando se fundaba una ciudad se portaba un arado con el cual se trazaba el portal o entrada a la ciudad. La palabra “puerto”, del latín portus, también parece venir de portare, pues desde ahí se transportan las mercancías. En cualquier caso, nos da la entradilla para constatar que esta es una palabra sugestiva, atrayente, apasionante y evocadora, no solo por su origen, sino por el poder simbólico que la sostiene.

Pero, ¿quién abre las puertas? Las llaves. El origen de la palabra llave se encuentra en una palabra del latín, clavis. El cambio de clavis a” llave” forma parte de las reglas de evolución de palabras patrimoniales, en las que no entraré ahora. Me ha fascinado que las primeras cerraduras que se usaron en Roma fueran muy simples: consistían en dos argollas, una en cada hoja de la puerta, en medio de las cuales se pasaba un clavo (clavus, clavi). Los artesanos fueron ideando después sistemas cada vez más complejos. Y encontré la solución, la tenemos delante de nuestros ojos: para abrir puertas o traspasarlas sólo tenemos que encontrar la llave adecuada para cada una de ellas. En “Érase que se era, que fue y que nos llevó a ser”, un artículo publicado en el número 5 de la revista de Cuentoterapia y dedicado a su maestro Claudio Naranjo, Juan Antonio Valverde recuerda una enseñanza recibida del sabio chileno: […] que no es fortuito que la llave esté perdida en la casa…la casa es uno mismo, nuestro hogar, nuestro yo más profundo”. Le pregunta Claudio a Juan Antonio: “¿Sabes dónde está? ¿En qué lugar de la casa? Está puesta en la cerradura”. Llaves que abrirán puertas falsas, puertas de servicio, puertas principales, puertas abatibles, puertas cortafuegos, puertas de socorro, puertas de la ciudad, puertas al cielo, puertas del infierno, puertas giratorias… Tenemos la ‘clave’ para utilizar la ‘llave’ de nuestro interior y abrir o cerrar según necesitemos, o podamos…

PRISIONERA DE LA DECISIÓN

Esas puertas giratorias, para mí son un abismo. La miro, gira y gira, tengo que decidir en una décima de segundo, en un pequeño inciso, cuándo tengo que dar el brinco para entrar en alguna de sus hojas. Entro. Sigo girando sobre mí misma, sobre mi eje, sobre mi centro y con el mismo poder de decisión, tengo que salir de ella, de ese umbral que me ha absorbido, tres, dos, uno…fuera!

Estoy atrapada por tener que decidir entrar, prisionera una vez dentro e insegura por tener que tomar la decisión de salir, sin que te de un coletazo la hoja de la puerta que te persigue, y un tropiezo con alguien que comparta ese pequeño espacio contigo. Es pasar el umbral de forma colectiva, un trabajo en equipo que te reconforta cual prueba superada. Miras atrás. Ella, la puerta, sigue girando sola, no hay nadie traspasándola, te mira, te invita a que vuelvas y entres de nuevo. Cuando para de girar porque ya no le queda inercia, te mira inquietante como la boca de un monstruo, de un tragaldabas que te vaya a engullir.

Mi PUERTA

Mi puerta tiene que adentrarme en paisajes serenos y apacibles, en caminos creativos, en cielos despejados, en sombras que marquen el camino. Mi puerta estará cerrada para escuchar el silencio, entreabierta para que pase quien me necesite y abierta de par en par que alumbre mi hogar. Y a esta puerta le he puesto nombre, Puertadeembarque, así, todo seguido. Parece volátil, efímera, preparada para cruzarla en cualquier momento. Puerta de llegada, puerta de salida y puerta de estar, en el aquí. Una puerta que puede ser de cualquier material, según la necesidad de ese momento. Si deseas que se convierta en una puerta pesada, lo será, si lo que quieres es que sea una puerta-puente, te salvará de las piedras del camino. De madera, de hierro, de cristal para disfrutar con lo diáfano, lo sencillo, lo común.

En mi puerta se pueden colocar bisagras para que el viento las meza a su son, engoznada en el quicio que más interese, se asegura con llave o con resbalón, con cerrojo o sin él. Mi puerta puede llevar aldabas al más estilo clásico, con leones, perros y duendes, además de ser de gran utilidad, son decorativas, a pesar de su notoria obsolescencia. Reparar en la forma que tenemos de atravesar una puerta, dándonos un beso bajo un muérdago, dando un salto para no pisar la línea, pasar despacito para encontrar la llave de la luz. Hacerlo nos describe, muestra quién eres, quién deseas ser. El poder de mi puertadeembarque es el poder decidir qué, cuándo y cómo la atravieso, no está ni fuera ni dentro de la puerta, sino en el tránsito, en la puerta misma.

¿Y las puertas cerradas? Agradezco las puertas cerradas, las que cerré, las que me cerraron; los desvíos, los obstáculos, las que no crucé. Ellas me protegen de aquellos caminos que no son para mí. Saber dejar ir, agradecer, cerrar la puerta, desear lo mejor y dar media vuelta, eso también son muestras de amor, incluido el amor propio.

LLAMAR ANTES DE ENTRAR

-¡Pon, pon!

-¿Quién es?

-Soy yo, abre.

La entrada “aldaba”, en el diccionario de la RAE, recoge la etimología de esta preciosa palabra: Del ár. hisp. addabba, y este del ár.clás. dabbah; literalmente “lagarta”, por su forma, originalmente semejante a la de este reptil.

Como sea, la aldaba es un símbolo de permiso, de hospitalidad, de anuncio de compañía, de noticias buenas o malas. Una de las aldabas más remotas en el tiempo se encontró en Pompeya, compuesta por una argolla colgada de una cabeza de Mercurio, el mensajero de los dioses. La iconografía de las aldabas ha ido cambiando. En muchas encontramos animales: lagartos, serpientes, perros, gatos, cabezas de león, de toros, etc. Y otras representan formas u objetos geométricos: círculos, estrellas, trenzas, herraduras, bolas… También abundan las aldabas que representan partes del cuerpo humano: vergas, manos, caras, etc.

Jano, el dios de doble cara de los romanos, era el Guardián de las Puertas en la Roma antigua. Sus insignias son la llave y la varita que le sirve para apartar todo lo que no debe penetrar por la puerta. Su templo tenía las puertas abiertas durante las épocas de guerra y en los tiempos de paz se cerraban. Se le relacionaba con los umbrales y en general con los elementos arquitectónicos que suponen la transición de un espacio a otro, en su aspecto sagrado.

Los pueblos de cultura islámica colocaban dos aldabas de forma y tamaño diferentes, que sonaban distinto. Una se ponía a la derecha para los hombres y otra en la izquierda para las mujeres. Así se minimizaba la exposición pública entre sexos. Cuenta la leyenda que otro símbolo más amable es la aldaba que representa la mano de Fátima (la hija del profeta Muhammad). Estando ésta preparando la cena para su marido Alí, este llegó por sorpresa con otra de sus mujeres. Ante un ataque de celos, Fátima dejó caer su mano dentro de una olla de aceite hirviendo. Se quedó sin mano. Su amado padre, el profeta, escogió el símbolo protector de la mano para inmortalizar aquel suceso.

¡SANTO Y SEÑA! , ALTO, ¿QUIÉN VA?, ENSEÑA LA PATITA POR DEBAJO DE LA PUERTA

Y es que las puertas también olisquean antes de abrirse. Pasarás por su umbral si al abrir el ventano tu olor me seduce, fisgonearé por la mirilla para anticiparme y no abrir la puerta al lobo, el ojo de buey en la puerta me dirá quién eres. Tendrás que decirme la contraseña para que abra la gran puerta, siempre que tus propósitos sean convincentes, cuando te identifiques, cuando me des confianza. Me puedes engañar, me vas a engañar, te comerás unos huevos para aclararte la voz y te echarás harina en las patas para simular que eres mi madre. Yo me esconderé en la cajita del reloj y cerraré la puerta. Pobre mamá cabra cuando volvió a casa y vio la puerta abierta.

¡HA DE LA CASA! O ¡AH DE LA CASA!

De todos los componentes que se han utilizado a través de la historia para llamar a una puerta, para avisar que vas para adentro, que adviertes y anuncias que vas a entrar o que pides permiso, que estás ahí, es la locución ¡Ha de la casa! , ¡Ha del castillo!, que avisa con tu propia voz. El origen de ese “¡ha! “, podría provenir del castellano antiguo del verbo haber, y la expresión correcta era ¡Quien hay en la casa! O ¡Quien hay en el castillo! Dejo esto para estudiosos y eruditos de la lengua y la semiótica. Te identificas con la fuerza, la intensidad, el volumen… eres tu quien entra por la puerta y te delatas con la voz.

CORRAMOS UN TUPIDO VELO

Pero no siempre las puertas están cerradas a cal y canto, las decoramos y las vestimos por la funcionalidad que tienen y les ponemos cortinas. Las domamos a nuestro son para que entre la luz del sol, que pasen las voces de los griteríos de los chiquillos, cotilleamos a través de los visillos, las de chorrillos impiden que entren las moscas y otros voladores no identificados, son las barreras que ponemos como si de un ‘ceda el paso’ se tratara. Son sutiles, precavidas, crean un ambiente enigmático. “Apartar cortinas, desgarrar velos o vestiduras, despojarse de diademas, mantas o pulseras, es avanzar hacia una interioridad o profundizar en un arcano.” (Cirlot)

Bajemos el Telón.

A PIE DE PUERTA: LAS AJUNTAERAS

Recuerdo aquellas tardes-noches de verano, cuando caía el sol, a las vecinas sacar las sillas de enea, y comenzaban aquellas charlas y tertulias de lo que en el día había acontecido, con la música envolvente del chirriar de los ensambles de las mecedoras de madera, o simplemente quedarse en silencio mirando pasar el aire. En los portales con los vecinos hablando bajito, mientras que la chiquillería jugaba al escondite, a la comba, a los médicos o a los cromos. ¡Me salgo a la puerta! ¡Estoy en el portal, mamá! Avisando que cruzábamos el umbral de la casa pero que al mismo tiempo estábamos protegidos por la tribu.

HAY COSAS CONOCIDAS Y COSAS DESCONOCIDAS, Y EN EL MEDIO ESTÁN LAS PUERTAS. (JIM MORRISON, THE DOORS)

En todas las culturas, las puertas están cargadas de simbología, es la abertura que permite entrar y salir. Las ciudades chinas tenían cuatro puertas cardinales, por ellas se expulsaban las malas influencias y se acogían las buenas.

El Torana hindú, asociado al Kala, el glotón. La puerta aquí es la boca del monstruo, que representa el paso de la vida a la muerte y también de la muerte a la liberación.

Cruzar el umbral de un templo o de cualquier edificio sacro significa a nivel simbólico que se penetra en la propia identidad profunda. Es el camino que conduce al centro. Los pórticos de las iglesias y los templos son la abertura del peregrinaje sagrado, que conduce hasta la cella, hasta el Sancta Sanctórum, lugar de la presencia real de la divinidad.

Conservamos la frase de Jesús, “yo soy la puerta” que alude a su estado espiritual en el que él iniciaba a sus seguidores. En la tradición Judeo-Cristiana, la puerta es la que da el acceso a la Revelación y ella se reflejan las armonías del universo y así encontramos las puertas del cielo y del infierno o del perdón, le dan la bienvenida al peregrino. El regreso de Cristo se anuncia con la frase “El hijo del hombre está en la puerta”.

En las tumbas etruscas, tenemos al difunto representado en el umbral de la puerta, a través de ellas se accedía al otro mundo. En la antigua Escandinavia, los exiliados se llevaban las puertas de sus casas, en otros casos las lanzaban al mar y allí donde encallaban, veían en este símbolo la mano del destino que los querían llevar hasta allí. Así cuentan que se fundó la capital de Islandia, Reykjavik, en el 874.

LA PUERTA SECRETA: EL CUENTO, RITO DE PASO

El propio cuento, sus portadas, sus fórmulas de entrada, nos abren las puertas a un mundo imaginario. Cuando esa puerta se abre, ocurren cosas inesperadas, un sapo que se convierte en príncipe, una esperanza que recuperas en un bosque encantado, un resurgir de tus cenizas cuan Ave Fénix, una viejecita que te ayuda a encontrar la luz del camino, un zapatito de cristal que te encaja a la perfección…Y una vez has traspasado esa puerta secreta, ya nunca serás la misma, la importancia del lenguaje metafórico para burlar la inteligencia consciente y dejar paso a la puerta de los cuentos que es también la puerta de los sueños, la de “Todo es posible”. (Lorenzo H.P.)

Las tapas de los cuentos se asemejan a puertas cerradas y es la curiosidad la que nos empuja a abrirlas y olisquear lo que ocurre al otro lado. Lidiamos con puertas que nos invitan a desvelar lo que hay más allá de la raya azul, del horizonte.

Y es que las fórmulas de inicio y cierre de los cuentos, no pertenecen al cuento propiamente dicho, sino que son una creación del narrador que las elabora con mucho cuidado. Para abrir esa puerta con las fórmulas de inicio lo que le interesa al contador es la atención del público y atraparlo desde el principio. Son como las varitas de un director de orquesta para comenzar esa “ceremonia” mágica que es entrar en el mundo de la fantasía. El contador lo va a hacer en tercera persona y en un tiempo pasado, predisponen a los oyentes para admitir que lo que va a contar no es de ahora, sino que eso ya pasó, que no va con él. Bettelheim dice que “la deliberada vaguedad de los comienzos de estos cuentos simboliza el abandono del mundo concreto, de la realidad cotidiana. Mientras que el “hace mucho tiempo” supone que vamos a aprender cosas de tiempos remotos; son las oscuras cuevas, los viejos castillos, los bosques impenetrables o las habitaciones cerradas en las que está prohibida la entrada, los que nos sugieren que algo oculto va a sernos revelado.”

Otras fórmulas más elaboradas que incluyen expresiones de ruego, protección y apoyo, en las que el que narra, lo que intenta es estimular la imaginación del oyente. Otras que lo que intenta es disculparse por posibles olvidos y fallos de memoria y de antemano pide perdón: “Érase en algún lugar un sultán, y no hay más sultán que Alá, si miento que me lo perdone…”

Érase que se era, érase que no se era, cuando el cedazo estaba en la paja, cuando el camello era pregonero y el gallo barbero, cuando Alá tenía muchas criaturas, pero era pecado hablar demasiado”. Fórmula de inicio turca. (Warren S.Walder y Ahmet E. Uysa)

En el cuento del cabrero, en el Quijote, Sancho comienza su relato así: “Érase que se era, que en buena hora sea, el bien que viniera para todos sea, y el mal para quien lo fuere a buscar”.

Y así, como el que no quiere la cosa, con estas fórmulas tan embelesadas comienza el viaje. Estas fórmulas de inicio en los cuentos son las que nos empujan hasta extasiarnos, hemos pasado el umbral. Ya no estamos en el presente, hemos viajado en el tiempo al mundo de la fantasía. Alicia desciende por la madriguera del Conejo Blanco, ahora a jugar con el inconsciente. Cuando quiere traspasar la puerta no puede, es demasiado grande, y cuando es del tamaño apropiado para cruzarla, no tiene la llave. El picaporte le impide pasar por su tamaño y le dice que es “impasable”, no imposible. La dirige hacia el frasco que hay en la mesa y al beberse el brebaje disminuye, su tamaño es ahora igual que la puerta, aun así, no puede pasar, necesita la llave. Pasará cuando esté preparada, cuando tiene la herramienta para hacer el viaje.

Cuando Max traspasa la puerta de su habitación, se produce una transformación fantástica: se convierte en un bosque enorme, ante él, un océano inmenso, con una barca que lo invita a viajar por mundos donde el tiempo y el espacio se rigen por leyes no racionales. Un viaje de ida y vuelta, donde el olor de la sopa caliente lo devuelve al estado cotidiano del principio.

Te has colado en la Casa de Tomasa. Ella recibe a todo el que llega, a Juanito el Glotón, a los Tres gatitos, La Pastora Aleja, etc. Pero Tomasa hizo una casa pequeña y sencilla para ella y su gato. Ahora está asediada por los invitados, y tiene que construirse una nueva casa con un prado con flores, una casa de colores ¡solo para ella y su gato! Me viene el refranero” De fora vindran que de casa ens treuran”(De fuera vendrán y de casa nos echarán) En ocasiones hasta hay que poner puertas al campo. Poner límites, ser asertivos para decir ¡no!, hasta aquí, o se colarán en tu vida, en tu ‘casa’. De puertas para adentro, mando yo.

“…Un rarísimo e inmenso armario les abrirá las puertas de un mundo fantástico, el acceso al país de Narnia.” Los protagonistas de esta historia serán los encargados de liberar el reino de la tiranía de la Bruja Blanca y recuperar el verano, la luz y la alegría de todos los habitantes de Narnia. Después, cerraremos las puertas del armario.

Todo lo que empieza acaba, y todo principio tiene su final. Las fórmulas de salida de los cuentos te hacen despertar y desembocar en el presente. Sellan el cauce narrativo y volvemos al mundo tangible. Fórmulas de cierre que nos destacan el cambio espacial y temporal de esa separación de dos mundos: “…Y me dieron con las puertas en las narices.” “y me dieron con los huesos en las narices”.

EN LOS CUENTOS HAY PUERTAS: El cuento es la puerta

Y en cada cuento puertas hay que pasar. El viaje del héroe es la travesía por los umbrales de la aventura, pasará por pruebas peligrosas, entrará en su propia sombra, luchará con el dragón, avanzará con la ayuda mágica y llegará a la prueba suprema para recibir su recompensa, el matrimonio sagrado. En cada cruce, se enfrentará a una puerta abierta a lo desconocido, un punto sin retorno, en el que ya no puedes volver atrás. Una vez en el periplo, una vez que has franqueado el paso, el héroe deja su mundo cotidiano y emprende su iniciación hacia su renacimiento.

De puertas para adentro:

Cuando al día siguiente…aparece el sapo en la puerta de palacio, la princesa, la hija del rey la más pequeña, al abrir la puerta se encontró con el viejo sapo chapoteador en la puerta de palacio. No lo dejó entrar y le dio un portazo. Éste, llamó por segunda vez, toc, toc, a la puerta de palacio y esta vez sí, la princesa le abre la puerta muy a su pesar, por real orden de su padre el rey: “lo que hayas prometido, lo tienes que cumplir”. El sapo no entra a la fuerza, no la derrumba, no le da patadas, eso sí, insiste. No es una puerta cualquiera, es una puerta de un palacio y para llegar a ella el sapo tiene que subir ocho escalones de mármol blanco, escalones delicados, bellos pero también resistentes y duraderos. Como en el amor, requiere esfuerzo y tiempo. Ha cruzado el umbral, ha comenzado su transformación. El Rey Sapo.

El lobo, sigiloso, llega a casa de la abuelita, y llamó la puerta.” ¿Quién es? –Dijo la abuelita… ¡Mueve el picaporte! Gritó la abuela. –Estoy muy débil y no puedo levantarme.” Esta puerta estaba cerrada pero no tenía el cerrojo echado, solo con girar el picaporte la maldad entró por ella. Una vez dentro, el lobo corrió las cortinas, tapó la visión con el exterior, no quería ser visto, sin embargo, cuando Caperucita llegó, se asombró de que la puerta estuviera abierta, el camino lo tenía allanado para que fuera a la boca del lobo (más oscuro que la boca de un lobo). Ella, Caperucita, antes de ir hacia la cama donde se encontraba el lobo, descorrió las cortinas, evolucionaba hacia su interioridad, hacia su ser, aún bajaría más profundo.

Al tercer cerdito se le quedó el rabo pillado en la puerta, a punto estuvo el lobo de pasar y comérselo, la astucia lo salvó del malvado y pudo cerrar la puerta.

Me pregunto qué cara se le pondría a Juan el Oso cuando estando en el fondo del pozo, se encontrara con esas tres puertas. Pero para encontrar su femenino, tendrá que superar las pruebas que esas puertas le ofrecen y superarlas. Y es más, la primera puerta que arrancó, y luego atravesó junto a su madre fue la piedra de la cueva donde estaban encerrados. Aquí no hubo enigma que superar, sólo con su fuerza bruta, cogió la piedra y la lanzó, matando al oso, su padre. Cuando llega al pozo, su viaje interior ya está más avanzado. Ya controla su poder, y sus emociones. En la primera puerta sale una princesa encantada por haber desobedecido a su padre y tocar un manzano (otra vez la curiosidad femenina). Se enfrenta al toro bravo, a su instinto; el mundo mágico y emocional lo encuentra en su lucha con la serpiente en la segunda puerta y de nuevo se enfrenta a su padre, en la lucha feroz que mantiene con el ogro de la tercera puerta.

La princesa del Príncipe durmiente atraviesa varias puertas , una de ellas custodiadas por dos leones, son los guardianes del sol, del instinto, en esta ocasión dominados por el viento, hay que dominar a los leones echándoles comida, satisfaciendo sus instintos, el femenino entra en el masculino. ”… Mientras que están entretenidos (los leones) atravesó la puerta que se había abierto al llegar y se volvió a cerrar, dejándola dentro.” Sigue su objetivo, encontrar al príncipe durmiente. Cuando ya desconsolada y con una gran amargura se encierra en su habitación: “La princesa se fue a su cuarto y cerró la puerta, pero el rey se quedó escuchando y mirando por la cerradura””…Y fue a coger su ramito de amargura para matarse, cuando el rey… empujó la puerta”. Ya vimos que en ciertas ocasiones no hay que pedir permiso para entrar, el rey entra de sopetón para evitar la muerte de la princesa, ella tampoco le echó el pestillo. Un ojo de la cerradura, es un chivato, siempre es trasgresor, un nexo que une los dos batientes, (el mental y el emocional) en este caso necesario para un final feliz.

.BUEN PORTE Y BUENOS MODALES ABREN PUERTAS PRINCIPALES

Madre decía que siempre había que ser educada, en cualquier circunstancia. A mí me rompe por dentro descubrir que los buenos modales son utilizados también por quienes tienen fines no muy honestos. Las palabras mágicas, las pueden utilizar al gusto. con trampas, apariencias, argucias y seducciones aquellos que conozcan el arte de la trampa. Y así es como con un “Ábrete Sésamo”, una fuerza, un deseo y ¡zás! La puerta está abierta. Alí Babá y los 40 ladrones: El nombre de Alí Babá, podría significar “el hijo de Dios Padre” y el nombre de Kassím, significaría “divididos. Tenemos los dos centros, el emocional y el racional. Un viaje para ver cuál de los dos gana.

Kassím (masculino negativo) descubre el secreto, la cueva, y quiere apoderarse del tesoro. Consigue entrar en la cueva con las palabras mágicas, pero no consigue salir, se queda obnubilado ante el brillo de las joyas, del oro (la espiritualidad), de los rubíes (del poder terrenal). Es sentenciado por los ladrones, cortándole la cabeza, si te olvidas de de tu corazón, no tendrás las palabras mágicas para poder salir de la cueva.

Del sésamo se extrae el aceite, el combustible para encender las lámparas, nos habla de abrir las semillas de nuestro interior (cueva), allí donde se guardan los tesoros más preciados. ‘Ábrete sésamo’, abre los caminos secretos del inconsciente.

Los ladrones “venden” espiritualidad de forma engañosa, roban y engañan. Alí Babá no es honesto cien por cien, él también roba la fórmula para entrar en la cueva, será un femenino positivo, Luz Nocturna quien lo ayuda para encontrar su esencia.

”La puerta de madera de hinojo y piel de piojo”. En este cuento, que se encuentra en la recopilación Leyendas y cuentos de encantamiento recogidos junto al Estrecho de Gibraltar, aparece la palabra ‘puerta’ en el título y no solo eso, además te informa de qué está fabricada. El viaje lo realiza el hijo de un leñador y una madre que cuidaba la casa, nuestro héroe era cabrero. Tenía que superar una prueba que el rey había impuesto para casarse con su hija: el que adivinara de qué estaba hecha la puerta de entrada al palacio, se casaría con ella. No es una puerta cualquiera, es el umbral que cruza para casarse con la hija del rey. Es de madera de hinojo. “El hinojo, al decir de Plinio, tiene la propiedad, de aclarar la vista y, además, gustando de él las serpientes adquieren precisamente el poder maravilloso de rejuvenecerse periódicamente” (Chevalier). Un símbolo de rejuvenecimiento espiritual. Es un paso por la puerta transcendental, accesible pero prohibida hasta que no acierte de qué está hecha, hasta que no esté preparado para atravesarla. Y no sólo es de hinojo, de un árbol que se regó y se cuidó hasta ser utilizado para construirla, también de piel de piojo, la piel asociada al nacimiento, al nacer. El piojo, este animalito tan mal visto en algunas culturas, sinónimo de suciedad y pobreza. No así en todas. Escribió Marie-France mayor parte del mundo, tiene diferentes valores según los lugares. En Argelia es importante tener piojos en la cabeza por ser símbolo de riqueza y buena nutrición. Pues, dicen: “el piojo no quiere la cabeza del pobre”. En Melanesia, buscar piojos y comerlos forma parte de los ritos de aproximación amorosa. Es un preludio a la unión sexual de los enamorados. Entre los casados, la única manifestación afectuosa permisible en público es buscarse los piojos uno a otro. Cuando nuestro cabrero descubra de qué está hecha la puerta… Una puerta de espiritualidad, de supervivencia de independencia, de preparación para la unión sexual…

“Ancho, alto y profundo es el reino de los cuentos de hadas y lleno todo él de cosas diversas (…). Tal vez un hombre pueda sentirse dichoso de haber vagado por ese reino, pero su misma plenitud y condición arcana atan la lengua del viajero que desee describirlo .Y mientras está en él resulta peligroso hacer demasiadas preguntas, no vaya a ser que las puertas se cierren y desaparezcan las llaves” J. R.R. Tolkien.

TANCA LA PORTA Y PORTA LA CLAU

Desde que Perrault publicó “Barbazul” hasta que yo lo escuché en boca de mi padre pasarían unos doscientos setenta años más o menos. Eso no es nada, pienso. No sabía el nombre del cuento, simplemente lo oía una y otra vez, y se acabó. Le puse título años después, ya realizando la formación de Cuentoterapia. Quizás, mi padre contara alguna versión de los cuentos de Calleja, en cuyo título no aparece la palabra Barbazul, sino “El Caballero sin nombre”. No sé cual me da más miedo de los dos títulos, al fin y al cabo ‘Barbazul’ se refiere a alguien concreto, con identidad, sin embargo, ‘El Caballero sin nombre’ podría ser cualquiera, estar cerca de ti, camuflado. Las imágenes que yo veía entonces eran cabezas de mujeres chorreando sangre, colgadas del techo de una habitación oscura y tenebrosa. Y después, solo quería que terminara el cuento, para regocijarme y quedarme tranquila tras escuchar el final feliz.

Mi padre estuvo en la Guerra Civil Española, lo llamaron a filas el día que cumplía 19 años, ese mismo mes de Julio de 1936. Permaneció prisionero en un campo de concentración por la zona de Cataluña. No contaba mucho. La prudencia y el silencio le permitían actuar de la manera más adecuada, dentro de lo posible, para evitar cualquier tipo de daños y contratiempos innecesarios. No todo el silencio es olvido. Repetía por casa una frase en catalán que le hacía gracia al pronunciarla, pues en boca de un murciano, la sonoridad y la rima era más que chocante y graciosa:

“Tanca la porta y porta la clau” se convirtió en un hechizo familiar que todos en algún momento repetimos. Me pregunto si no era esto un cierre de aquellos años horribles de miedo, de guerra, de hambre, de desesperanza, de humillación y de amargura. Buscar un final para ese periodo, dame la llave, cierra la puerta. Esa puerta no se abre más.

¿Qué correlación, tiene esta frase con el cuento de Barbazul? Los textos, los cuentos nos hablan a todos y yo quiero hablarle a mi niña interna, las sesudas interpretaciones dan pie a toda clase de análisis, de explicaciones pero el ‘rechinar’, es el mío, es ahora. Un relato moralizante, una advertencia para elegir el camino que me esperaba en la vida. Una protección para aprender a saber elegir, de cuidarme de los malos, que aunque los signos son de virilidad, de riquezas, de buenas palabras que diría él, detrás se esconde el maligno.

La huella de sangre en la llave demuestra que la esposa ha entrado en la habitación secreta. La sangre es considerada universalmente como el vehículo de la vida, la sangre es la vida. Y está en la llave que abre la puerta de la habitación. La podría no haberla utilizado, no haber abierto la puerta pero a día de hoy esa mujer estaría presa de sí misma. ¿Qué era la prueba de confianza? ¿Qué no entrara a la habitación secreta? “Barbazul: puedes entrar todas las habitaciones, disfrutar de las vajillas, de las joyas, de todo, menos a ésta.” Pero ¿no es esto una provocación? Según Bettelheim la llave que abre la puerta de una habitación secreta provoca asociaciones con el órgano sexual masculino, en especial con las primeras relaciones sexuales, cuando se desgarra el himen y se impregna de sangre.

Esa barba, tan azul, ese hombre rico, seductor, un provocador, todo lo tenía. Pero no se conforma con su bienestar y su estatus. Tiene que hostigar a las mujeres que elige para su alimentar su prepotencia, para hostigarlas. Yo siento este cuento como una advertencia para aquellas mujeres con baja autoestima, mujeres vulnerables a situaciones de violencia de género, mujeres que se encuentran en momentos personales y/o sociales de marginalidad, o sencillamente mujeres que todavía no han alcanzado su desarrollo madurativo. Y es que las llaves pueden abrir y pueden cerrar las puertas. Las puertas son esas metáforas de las oportunidades que se presentan en la vida.

Y las puertas están ahí para cruzarlas, para abrirlas. Eva invita a Adán a probar la fruta prohibida, pero también, a su vez, ella ha sido engañada por la serpiente y él, Adán, estaba al corriente. Pandora abre la puerta, abre la caja (la tinaja), pero fue una maniobra de Zeus, Pandora fue creada para castigar a Prometeo que había enseñado el fuego a los mortales. Prometeo, advirtió a su hermano Epimeteo, del peligro de enamorarse de Pandora, pero este cayó prendado. La caja fue un regalo, de Zeus, un regalo envenenado, una trampa, al igual que la manzana. ¿Es una provocación poner un dulce en la puerta de un colegio? ¿Es una provocación poner un billete de 100 Euros en la puerta de un pobre que no ha comido hoy? ¿Es una provocación dejar una papelina de cocaína en el bolsillo de un adicto? “Ni siquiera los muros de los monasterios, ni la lejanía de los desiertos, pueden proteger contra las presencias femeninas” (Campbell). Mi madre hubiera dicho que la curiosidad mató al gato.

Otra cosa es que Barbazul le hubiera dicho a la esposa: ‘Tanca la porta y porta la clau’.


LA PUERTA SIN PUERTA

-Maestro, ¿por qué se dice que la doctrina del budismo zen no es la doctrina del budismo zen?

-Porque la realidad no se puede atrapar con el concepto.

Sólo es ella misma cuando no es nombrada.

-Entonces, maestro, ¿si digo que me llamo Suzuki?

-No tienes el espíritu zen, y no entrarás en este monasterio.

-¿Y si digo que no me llamo Suzuki?

-Has comprendido el tâhâtâ, estás en contacto directo con la realidad, sé bienvenido.

-Bien, Maestro, ¿y por dónde voy a entrar?

-Entra por la “puerta sin puerta”.

Humor Zen, Henri Brunel (José J. de Olañeta, colección El Barquero, nº 40)

Bibliografía:

  • El Héroe de las mil caras, Campbell Joseph, Fondo de Cultura Económica.

  • Diccionario de símbolos, Chevalier Jean. Herder.

  • Diccionario de Símbolos, Juan Eduardo Cirlot, Siruela.

  • Psicoanálisis de los cuentos de hadas, Bettelheim Bruno. Crítica.

  • Almacén de cuentos, Calleja Saturnino, Pequeña Biblioteca Calamus Scriptorius.

  • Los mitos griegos, Graves Robert, Alianza Editorial.

  • Diccionario etimológico de la lengua castellana, Corominas Joan, editorial Gredos.

  • Dentro del espejo, Molist Pep, Editorial Graó.

  • Diccionario del Uso del Español, Moliner María, Gredos.

  • Cuentos al amor de la lumbre, Almodóvar A.R., Anaya.

  • La mano de Fátima, Dialnet, Álvarez García Ana.

  • ‘La advertencia de Barbaazul’, Revista Babar. Méndez Anchia Silvia.

  • ‘Pandora en contrapunto con Eva. La visión de la femme fatale a través del mito y la tradición’, Cervantes virtual, Fernández Peláez, Eva María.

  • ‘Elementos para el recuerdo: las aldabas o llamadores’, elblogdelchano.com

  • ‘Las formulas de apertura y de clausura en los cuentos magrebíes y españoles’, culturaspopulares.org, Kheman Jovini.

  • Cuentoterapia.com

















































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