“Si el Grial simboliza la búsqueda de la consciencia, el pecado es ser un inconsciente”

Elsa García Tárraga

Cantante de ópera afincada en Düsseldorf. Allí fundó, en 2017, la Komische Oper am Rhein, un proyecto con el que ha materializado su sueño, acercar la ópera a la gente.

Hace 20 años que conozco a Lorenzo y aunque habíamos perdido el contacto, volvimos a retomarlo hace ya casi una década. Tras el nacimiento de mis hijos comencé a tener muchos problemas con mi voz y dudaba si podría volver a cantar. Lo normal es que una cantante de ópera busque a un profesor de canto para resolver sus problemas técnicos, pero así son estas cosas de la magia. Lorenzo me ayudó a reencontrarme con mi voz y desde entonces lo sigo a todos los talleres que puedo porque, como dice una amiga, Lorenzo me recuerda el lugar donde quiero vibrar. El pasado diecinueve de octubre tuve el privilegio de hacerle esta entrevista, que gira en torno a la leyenda del Grial, y nos llevó a tratar sobre la evolución de la cristiandad y la actual pandemia. A pesar de la inevitable distancia, yo desde Alemania y Lorenzo desde Murcia, pude sentir su cercanía. Como mi profesión es el canto lírico, realizar esta entrevista me ha dado la oportunidad de repensar la ópera Parsifal. Richard Wagner tuvo problemas de por vida con el Cristianismo. Para él, la verdadera religión de la humanidad era el arte; así lo refleja en su libro Religion und Kunst, publicado en 1880. Allí escribe: “cuando la religión se vuelve artificial el arte debe salvar su núcleo”. El tercer acto de Parsifal transcurre durante un Viernes Santo. El milagro renovador de este día se encuentra en que la redención no conduce al dolor y a la desesperanza; al contrario, como en la visión del viejo monje caballero Gurnemanz, la magia del Viernes Santo evoca una nueva unidad del hombre y la naturaleza. ¿Y qué tiene que ver Wagner con el creador de la Cuentoterapia? Sigan leyendo hasta el final...

Lorenzo Hernández, leyendo un álbum ilustrado, en su biblioteca

¿Qué es lo más importante para ti de esta leyenda?

Para mí lo más importante es que no sea la leyenda de Arturo. Es Perceval el que va a tener el mayor protagonismo. Me gusta que a veces le toque desempeñar un papel así a una persona que no tenga tanto rango. Y me gusta que de alguna forma, esta sea también una tarea colectiva. Que Perceval tenga que ir varias veces al castillo del Grial y le pasen diferentes cosas, como quedarse dormido, también me gusta. De este modo el relato te avisa de que las cosas no son fáciles y que no se consiguen peleando... La leyenda trata más sobre estar alerta, estar conectado. Yo creo que el mayor problema para encontrar el Grial interior es que la vida nos despista mucho.

¿Qué representa el símbolo del Grial?

Para mí tiene mucho que ver con estar conectado.

¿Y esta simbología se ha mantenido intacta en su propósito desde los orígenes de la misma leyenda o ha ido cambiando?

El Grial en principio es la copa que utiliza Cristo durante la Santa Cena en la que él comparte la mesa del mismo modo que Arturo lo hace con los caballeros de la Mesa Redonda. Cristo, al igual que Buda, es un iluminado; su conciencia estaría unida al todo. Una frase que os cité en el taller dedicado a la leyenda del Grial fue: Unum sum et multi in me, ‘Soy uno y al mismo tiempo muchos en mí’. La dice Zenon Ligre, el médico y alquimista inventado por Marguerite Yourcenar para protagonizar su novela Opus Nigrum, publicada en 1968. Lo que Cristo quiso decirnos es que Él es hijo de Dios, pero porque todos somos hijos de Dios. Un trozo de la divinidad está dentro de nosotros. En la Santa Cena Cristo reparte su sangre y ¿Qué es su sangre? Su iluminación. Cuando en misa se repite la escena que consiste en comer el pan y beber el vino, decimos que estos alimentos son el cuerpo y la sangre de Cristo. Esto significa que cada uno de nosotros está conectado con lo divino y que formas parte de Dios. Por eso también tenemos en el Cristianismo el dogma de la Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo como la expresión de una totalidad. Cristo como parte de Dios. Esto no entra en contradicción con el significado que se le daba el Grial en la Edad Media. Aunque ellos no llamaran “conciencia” a esta copa sagrada, estaban hablando de lo mismo, del ideal cristiano que era llegar a ser parte de Dios, comulgar con Dios. Y la comunión es la ‘común unión’, es decir, que comulgamos para estar unidos, para formar la comunidad de los creyentes, de los fieles. Y eso es la iglesia. ¿Y qué es lo que nos une? La idea de la redención, la posibilidad de no volver a sufrir el pecado original, de volver a recuperar la unión con la divinidad. Ahora le daríamos otro nombre al Santo Grial: energía cósmica, conciencia... pero al final se trata de lo mismo. Le demos el nombre que le demos. Es la común unión con lo espiritual a un nivel cósmico, universal.

¿Y por qué nos produce tanto rechazo la terminología cristiana, por qué se ha puesto de moda el lenguaje espiritual de la tradición oriental?

La iglesia de Pedro hizo un mal uso durante siglos de su responsabilidad. Esos abusos continuos —por ejemplo, los casos de pedofilia, que tanto se han tapado—, todo el autoritarismo, han hecho que la gente se aleje. Se ha asociado la Iglesia con el Cristianismo y claro, eso ha creado un rechazo a una serie de palabras. Y es una pena, porque la espiritualidad de Occidente se desenvuelve dentro del Cristianismo y creo que habría que descontaminarla. Descontaminar las palabras y los conceptos y atrevernos de nuevo a usarlos. Es una pena que esto ocurra. Si creemos en el inconsciente colectivo, si creemos en las constelaciones familiares, entenderemos que nuestros antepasados se estén revolviendo en sus tumbas cuando hacemos apostasía de lo que para ellos era el bien, cuando rechazamos su espiritualidad. Por eso es bueno que vayamos separando religiosidad de espiritualidad, religión de misticismo. No soy religioso, pero sí espiritual y místico, y prefiero vivir mi espiritualidad a través de los arquetipos de mi zona, de mi estirpe, de mis antepasados. Y estos son los arquetipos cristianos.

¿Qué puede ayudar a descontaminar la espiritualidad cristiana?

Pues, por ejemplo, en la leyenda sobre Arturo nos cuentan que para ser caballero de la mesa redonda no había que ser noble, había que tener espíritu noble... Eso es un ideal casi democrático. Los ideales de la caballería: ser honrado, ser valiente, ser generoso, tener nobleza de corazón... alimentar la sabiduría, ser compasivo, me parecen bellísimos. Habría que recuperar esos ideales que durante una serie de siglos hasta llegaron a tomar cuerpo creando un tercer poder. Me refiero a los templarios, que acabarán por ser perseguidos y exterminados.

¿La desaparición de la orden de los templarios se corresponde con la desaparición de los valores contenidos en la búsqueda del Santo Grial?

Es que estos ideales no están contenidos solamente en la leyenda del Santo Grial. También están ligados a una figura tan importante como la de Leonor de Aquitania. Ella quería unir la cultura latina con el mundo anglosajón, quería una Europa unida Norte-Sur. La propia Unión Europea hoy día es una unión del Norte y el Sur, pero parece que sigue habiendo una Europa partida por la mitad.

¿Por qué existen tantos prejuicios entre el Norte y el Sur?

Creo que hay un cisma y una desconfianza. Aunque de esto debes saber tú mas que yo.

Lorenzo Hernández y su maestro Claudio Naranjo

Sí, es justamente como tú lo describes. El problema es la desconfianza mutua, y es una pena. Yo he sentido esos prejuicios. En buena medida, los que venimos del Sur somos todavía vistos como ciudadanos de segunda clase. A mí, que llevo tanto años aquí, hay cosas que no me gustan nada del pueblo alemán. Pero hay una que me fascina y es la razón por la que sigo viviendo en Alemania. Es su amor por la cultura y el respeto que se le tiene al artista.

Vuelvo a esa idea que abanderaba Leonor de Aquitania, la de un Sacro Imperio Romano Germánico. El Sur y el Norte son los dos grandes poderes, pero por las dos partes hay lucha de poder y poca compasión, en vez de valorar cuánto nos complementamos. Es que la desconfianza te separa del amor. Vuelvo a citar esa frase latina: Unum sum et multi in me. Europa es una y al mismo tiempo hay muchas dentro de ella y los problemas surgen cuando una quiere dominar a la otra. Nos deberíamos dar cuenta de que en el fondo nos une una cultura milenaria, no ya solo el Santo Grial o la leyenda de Arturo, sino un modelo de convivencia, de democracia, aspirar a un reparto más social de la riqueza; aunque haya diferencias ideológicas notables, claro.

Has hablado antes de la Santísima Trinidad, del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo como una totalidad. ¿Dónde pones al Diablo aquí? Porque el Diablo es también hijo de Dios.

Sí, pero su caso es diferente. Los ángeles son la primera creación de Dios, y el Diablo es uno de ellos. Lucifer es, como la etimología de su nombre indica, el ‘portador de la luz’. Era el jefe de las órdenes celestiales y en el relato de la creación se dice que Dios lo crea para no aburrirse, para no estar solo; pero Lucifer y el resto de ángeles son muy aburridos, porque solo pueden ser buenos. Ellos solo saben hacer el bien. Entonces —y no olvidemos que todo esto es una elucubración mítica—, Dios decide crear seres más parecidos a él, seres dotados de voluntad para decidir qué hacer. Lucifer, como todos los ángeles, no tienen libertad de elección. El hombre, sin embargo, sí puede decidir, y para ello Dios planta en el Jardín del Edén el árbol del conocimiento del bien y del mal, con sus manzanas. Desde el momento en que acceden a sus frutos ya pueden equivocarse. El mito nos cuenta que Dios pide voluntarios para tentar a los hombres y Lucifer se ofrece porque, por un lado, siente mucha empatía hacia los humanos y por otro, porque envidia su libre albedrío. En el mundo espiritual hay un viejo refrán que dice: “pero, ¿para quién trabaja el Diablo, si Dios es todo poderoso?” Pues, aunque no parezca tener mucho sentido, trabaja para Dios... porque todo lo que existe forma parte de la divinidad y el Diablo tiene la misión de confrontarnos, para saber si queremos ser lo mejor o lo peor de nosotros mismos.

¿Qué arquetipo masculino representa Lucifer exactamente?

Lucifer, en el tarot, a veces es representado con pene y vagina, tiene pechos... Aunque se le llame el Diablo, su arquetipo posee las dos naturalezas dentro de sí, femenina y masculina. Es dual, como Dios.

¿Qué papel juegan la moral y la culpa en la leyenda del Grial? A mí me llama mucho la atención el peso que tiene la culpa en la vida de Perceval. En realidad, él nunca actúa de mala fe. Su pecado no es como el de Adán y Eva, que sí muerden la manzana del conocimiento sabiendo que no deben hacerlo... Él no sabe que lo que hace está mal hecho.

Sí, es una buena excusa...

¿Pero entonces, de qué es culpable Perceval? ¿De no calcular las consecuencias de sus actos?

Es culpable de no tener consciencia. Volvemos a lo mismo. Es un inconsciente.

¿Y ése es el pecado?

Si la leyenda del Grial simboliza la búsqueda de la consciencia, el error es ser un inconsciente. Puedes llamarlo pecado o error.

Entonces, ¿Cuál es la lectura moral de la Leyenda del Grial?

Bueno no sé si recuerdas que en el taller hacíamos un ejercicio sobre la culpa, para llegar a la disculpa... porque si nos quedamos enfrascados en la culpa estamos jodidos, ¿no? Para entrar al castillo del Rey Pescador había que estar limpio de culpa y también ser consciente de los propios errores.

¿Y en qué momento se da cuenta Perceval de que en realidad es culpable?

Cuando llora. Perceval es inseguro y duda de sí mismo porque ha tocado la culpa. Sir Gawain y el resto de caballeros que se sientan en la Mesa Redonda luchan contra el mal que está afuera, mientras que Perceval usa todas sus fuerzas para luchar contra sí mismo, contra su propia oscuridad. Si no hay sentimiento de culpa, no puede haber arrepentimiento. Por eso los otros son arrogantes y él es humilde. Por eso el camino de Perceval es un camino casi terapéutico, porque él va tomando consciencia, aunque sea a posteriori, de sus propios errores. Y como le duelen, como siente la culpa y se da cuenta de ello, pide disculpas.

Pero, a veces, un exceso de culpa nos paraliza, ¿no?

Esto es como la vergüenza. Quien no siente vergüenza es un sinvergüenza. Quien no siente culpa es un déspota. Perceval hace introspección y termina dándose cuenta de que hay gente a la que ha dañado. Él no se queda en echarle la culpa a los demás. Da un paso más y se pregunta: ¿Qué me pasó a mí? ¿Por qué lo hice? El Grial del amor no consiste en echarle la culpa a los demás, eso no es estar en comunión con los otros.

Lorenzo Hernández y su maestro Alfonso Castro.

¿Y cuándo llega la reconciliación?

Cuando el ermitaño le recuerda cuál es su misión y él llora arrepentido. Es ahí cuando toma consciencia de lo que ha hecho.

¿Y cómo es su proceso de redención?

¿Qué lleva al perdón de los pecados en la Iglesia cristiana? La contrición. Darse uno cuenta de que ha pecado y arrepentirse.

¿Y por qué nos da tanto miedo el arrepentimiento?

Porque para poder decir cosas como: “metí la pata”, “hice daño a estas personas aunque las quería mucho”..., hay que soportar la culpa. Y tiene que ser así, porque el arrepentimiento es lo único que hará que no volvamos a meter la pata. Y el que no experimenta ese estado sigue utilizando tiránicamente a los demás. En ese sentido, Perceval es humilde y sabe estar en su lugar.

¿En el momento en que llora y toma consciencia de sus errores, es Perceval un iluminado?

En algún momento, Perceval es el antihéroe. Lo propio del héroe es luchar, reivindicarse, encabronarse.

¿Es esto lo que más te inspira a ti en el personaje de Perceval?

Me gustan los antihéroes. En la mayoría de los cuentos de hadas, sus protagonistas son antihéroes. Se equivocan, les engañan, pero al final ganan. Yo creo que Perceval está sentado en otra mesa más importante que la del rey Arturo, en la mesa celestial. Si de verdad existió, es un santo.

¿Y cómo acaba el Grial?

Si te digo la verdad, ahora no me acuerdo [risas]. Yo me quedé con que su hijo sí que consigue el Grial. Aunque seguro que no acaba ahí. Honestamente, no me acuerdo. Para mí acaba con que él consigue alcanzar ese grado de introspección y esa humildad.

Entonces, la aventura de Perceval nos recuerda que gracias al trabajo de introspección que uno mismo hace, se benefician las generaciones futuras.

Yo creo que somos un fruto del árbol genealógico y que cuando nuestros hijos triunfan, triunfan nuestros padres, nuestros abuelos. A todos los miembros de nuestro árbol familiar se les alegra el alma cuando vamos mejorando. Saben que ellos pusieron escalones y piedras para elevar el alma familiar, y sus huesos ríen en las tumbas cuando ven que damos buenos frutos. Yo siento mucha gratitud hacia todos ellos, quizá porque ya haya perdido a todos mis ancestros, a todos lo que me han ayudado a ser quien soy. Los acepto con sus equivocaciones, sabiendo que, posiblemente, cuando ellos las descubrieron también sintieron culpa, como Perceval. Ellos sintieron culpa y lloraron como yo he llorado a veces, y como lloraré cuando llegue el momento de rendir cuentas.

¿Cuál es para ti el Grial moderno?

El mismo que el antiguo. Simboliza la reconciliación contigo mismo y la capacidad de recuperar al niño interior; la capacidad de ser cada vez más tú mismo. Encontrar el Santo Grial consiste en llegar a descubrir que lo que tú eres está bien. Que está bien ser tú y que solo vas a ser feliz cuando seas tú.

¿Qué puede aportar la leyenda del Grial a este momento actual de pandemia y confinamiento?

¿Recuerdas la escena en la que entra Perceval en la cripta y allí está esa mano negra? A mí, simbólicamente, esta pandemia me recuerda mucho a ese momento. Yo he sentido, durante el confinamiento, que el mundo se volvía loco. Loco de miedo. Teníamos miedo a perder el control sobre nuestras vidas porque vivimos una farsa. La gente se creía que controlaba sus vidas y el confinamiento nos ha mostrado que eso era mentira. El Grial representa la capacidad de no perderme, ni yo ni mi conciencia, la capacidad de no dejarme llevar por las noticias, de no dejarme llevar por mis estados de ánimo. Decía que los efectos de la pandemia me recordaban a la entrada de Perceval en esa cripta. Hay una presencia negra que no podemos ver, que solo podemos sentir. Pues la crisis del coronavirus es lo mismo. Se está notando ya en los adolescentes, que están desquiciados; por eso salen, montan botellones, están hartos y se rebelan. Los niños y los adultos todavía están en estado de shock, como cuando se te muere alguien. Hasta el tanatorio aguantas, pero luego, el día después, es cuando llega el bajón. Yo creo que aún no podemos vivir el duelo porque estamos todavía muy traumatizados. Cuando esto pase (si es que pasa), habrá un tiempo de alegría histérica y luego habrá otro de duelo, de rabia, de buscar culpables, de enfado, de tristeza... Bueno, lo dejamos aquí.

El entrevistado, en el jardín de su casa, en Murcia, al borde de la charca que cuida con esmero para que sigan creciendo nenúfares.

A modo de epílogo

En la entradilla de esta entrevista les animaba a descubrir qué relación podría tener el pensamiento de Wagner con el de mi entrevistado. Curiosamente, lo que más se le criticó a Wagner (y lo que más se le sigue hoy día criticando) es que, a pesar de emplear un lenguaje musical tan revolucionario para su época, utilizara una temática cristiana tan anticuada como el mito del Santo Grial. Ahora entiendo que Wagner quería ir mucho más allá y que su pretensión era conectar con la verdadera esencia espiritual del Cristianismo. Él y Lorenzo nos proponen hacerlo hacerlo a través del arte, sin intermediarios. En su ensayo Arte y Revolución (1848) Wagner escribía: “[…] ayudadnos a elevar el arte a la dignidad que le compete para que os podamos mostrar también cómo habéis de elevar vuestra actividad al nivel del arte, y vuestra condición de siervos de la industria a la de hombres conscientes y bellos, capaces de encarar la naturaleza, el sol y las estrellas, la muerte y la eternidad, con la misma sonrisa (…)”. Pocos días antes de realizar esta entrevista, escuché a Lorenzo citar a Isak Dinesen. Fue durante el II Encuentro de experiencias en Cuentoterapia, organizado por Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, y subido a su canal de YouTube. La frase, que es bella, dice: “Todas las penas pueden soportarse si las introduces en una historia o cuentas una historia sobre ellas”. Ahora entiendo que los cuentos y los mitos son poderosos instrumentos que llenan nuestras vidas de significado y de propósito. Quizá Richard Wagner fuera demasiado críptico, con todo, él y Lorenzo comparten un mismo propósito: hacer consciente al inconsciente, uno con la ópera y otro con la cuentoterapia.

Esta entrevista fue publicada originalmente en el número seis de la revista anual de AICUENT.














































































































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