Rastreando tinturas antibélicas en la obra de Gianni Rodari y Gloria Fuertes

Margot Antúnez Domínguez

Licenciada en historia con formación en el campo de la antropología. Estudiante de Cuentoterapia y estudiosa de la mitología y la tradición oral.

Los animales nos enseñan “por ejemplo [a] no matarse por miles, como nosotros. ¿Quién ha pensado en una guerra de caracoles?*1


“El tren militar“ *2

¿Qué canta el soldadito adolescente de las pesadas botas, soñoliento, con las piernas colgando del asiento, en el tren que regresa desde el frente

Vamos, maquinista, engrasa los pistones y acelera, que estamos hartos de guerra y nos esperan en casa

Soldadito, canta y cuenta: caballos viajan ocho; hombres cuarenta…

En este año 2020 sorpresivamente atípico y muy sintomático de los males que aquejan a nuestra sociedad postindustrial, entre tanta alharaca política, naufragio sociosanitario y hundimiento del estado del bienestar; asistimos a múltiples eventos -bien es cierto que más virtuales que presenciales, como toca en estos tiempos de pandemia-, que conmemoran el cien aniversario del nacimiento de ese maestro italiano, piamontés universal y pedagogo del relato infantil, llamado Gianni Rodari (Omegna 1920 - Roma 1980). Mucho se habrá escrito sobre él en estos meses, así que no pretendo aquí incidir nuevamente en la biografía y la extensa obra de este autor que recibió en 1970 el Premio Hans Christian Andersen *3. En este artículo se aspira simplemente a resaltar y poner en valor un aspecto muy concreto y específico: las hebras de tintes antibélicos que pueden rastrearse en su legado y que, me atrevo a afirmar, son subyacentes a su obra, de manera explícita o implícita. Estas hebras, salpicadas cual balizas luminosas, nos alertan de un peligro potencial: el punto de no retorno que se puede alcanzar al adentrarse obstinadamente en las aguas turbulentas y las arenas movedizas que construyen, cual muros infranqueables, los discursos que se nutren del rencor, del temor y la ira, de la misma manera en que Fobos (miedo) y Deimos (terror) precedían a su padre Ares (el dios griego de la guerra, el Marte romano) en el campo de batalla. Llamada de atención a considerar en estos tiempos convulsos que, aún con cierta estupefacción, nos habitan. Rodari nos recuerda el refrán que afirma “quien siembra vientos recoge tempestades”. No busco, en ningún caso, un abordaje sistemático de la cuestión, por lo que no se recoge exhaustivamente toda la producción al respecto de los dos autores que se citan en este texto. Pretendo, en todo caso, enlazar y relacionar relatos y poemas de ambos escritores sobre la temática señalada, con la pretensión de ponerla en valor. Me gustaría también que este documento sirviera como estímulo y como recurso para, como padres, madres y docentes, abrir la reflexión sobre el asunto con nuestros niños y adolescentes, pues como adultos, tenemos una responsabilidad en el mundo que legamos a los más jóvenes. Al final del texto, se relacionan varios álbumes ilustrados que podrían ayudar a abordar el tema de manera didáctica, tanto en casa como en el aula. La intención es, en todo caso, facilitar la reflexión y el diálogo en torno al mundo que queremos habitar y qué estrategias son válidas para construirlo o cuáles deberíamos desechar, como individuos y como sociedad, tanto en nuestras relaciones personales como colectivas. Quiero adelantar que tanto Gianni Rodari como Gloria Fuertes exaltan, a mi entender, el absurdo de la guerra. Ambos exponen su antibelicismo no como proclama política o dogma ideológico, sino como actitud vital, como convicción existencial y huella de dolor profundo. Juntos conforman un tándem que empasta bastante bien al abordar la cuestión -belicismo vs. antibelicismo- y la consiguiente deliberación en torno a los valores y principios con los que aspiramos a cimentar nuestra sociedad. Incluso me atrevería a fantasear con la idea de que la propuesta que se desarrolla en estas líneas fuese del gusto de ambos. Al igual que la Señora de la Lámpara se deslizaba bajo la oscuridad de la noche, portando su luz de esperanza entre los estertores de dolor y los lamentos agónicos de los soldados malheridos en el campo de batalla de la guerra de Crimea, abriéndose camino con un pequeño farolillo turco; la poesía y los cuentos infantiles de Fuertes y Rodari (en ningún caso adjetivadas “infantiles” en sentido peyorativo y sin pretensión alguna de minusvalorar, antes al contrario, sirva la especificación como oda o soflama a la pura y auténtica ternura sin dobleces del infante), abren una rendija de entusiasta fe en el ser humano en medio de la inconmensurable tragedia de la guerra. El hilo de esta reflexión nos conduce ineludiblemente a nuestra querida y entrañable Gloria Fuertes (Madrid 1917-1998), parte indiscutible, dada la inestimable presencia de la escritora en la pequeña pantalla, de la infancia de aquellos que fuimos niños allá por las décadas de los setenta y ochenta. Eran tiempos de una televisión mono canal en blanco y negro, para la que aún la vocación de difusión cultural constituía una de sus líneas maestras. Tiempos en los que cantábamos entusiastas y al unísono, “Un globo, dos globos, tres globos”, sintonía compuesta a raíz de un poema suyo. Gloria accedía a nuestros hogares de manera catódica a la hora de la merienda, con su característica e inigualable voz rasgada. La esperábamos ansiosamente y no importaba lo más mínimo que no terminásemos de comprender lo que nos contaba, sus palabras emanaban una honda certeza y eran escuchadas con estupor casi devocional. Lo trascendente era que allí estaba ella, con sus rimas divertidas y disparatadas, pues Gloria no era una cuchufleta, sino una gran poeta. Nos hablaba en primera persona, a todos y cada uno de los niños del país. Gloria conseguía, cual moderna flautista de Hamelin, hechizarnos a todos con su espontaneidad, sus versos e historietas y su particular e inigualable magia literaria, con la que ansiaba despertarnos. Sirva como ejemplo el siguiente poema de la poeta del castizo barrio de Lavapiés:

Los juguetes son para jugar a jugar (de verdad) No para jugar a matar (de mentira) Las pistolas (ni de agua) El revólver (ni de broma) La escopeta (ni tocarla) Los juguetes para todo Y las armas para nada. *4

El escritor y pedagogo Gianni Rodari

Ambos autores vivieron su infancia y juventud en la primera mitad del siglo XX. Gloria, la menor de nueve hermanos, nació en tiempos de la conocida como Guerra del Rif o II Guerra de Marruecos (1911-1927), consecuencia de la sublevación tribal bereber contra la administración colonial de los protectorados español y francés en Marruecos. Su poema “el camello y el tanque” *5 podría, perfectamente, hacer referencia a ese episodio:

El camello se asustó con el ruido nunca oído, el silencio del desierto se convirtió en estampido.

Una manada de tanques rugían en el camino.

El tanque como un dragón lanzaba fuego escondido, el silencio de la arena se estremece ante el rugido.

El camello mareado, el tanque muy malherido. El tanque, animal sin alma desde lejos mata niños.

El camello sin su camellero y el tanque sin sus soldados, en la mitad del desierto se quedaron muy callados.

Siete meses hubo lucha, siete meses hubo llanto. Madres y niños alegres, lanzad el grito desesperado.

¡Viva la Paz para siempre, hoy la guerra ha terminado!

Rodari vino al mundo no mucho después del fin de la I Guerra Mundial (1914-1918). La terrible contienda que transformó el mapa europeo, supuso el fin de los antiguos imperios austrohúngaro y otomano y también los albores de una nueva era infinitamente más mortífera en cuanto a las características de las contiendas, es decir, se implementaron nuevas formas de matar al aplicar los avances tecnológicos del momento a la industria bélica. Rodari creció con el ascenso del fascismo italiano. Durante la II Guerra Mundial no fue llamado a filas a causa de su delicada salud, pero en la contienda perdió a dos de sus mejores amigos y a uno de sus hermanos, que fue detenido por los nazis y enviado a un campo de concentración. Por su parte, Gloria quedó huérfana de madre siendo adolescente y la Guerra Civil marcó su juventud. Durante el conflicto perdió a varios de sus hermanos, además de algún novio y maduró, temerosa y hambrienta, bajo los bombardeos alemanes sobre Madrid, de ahí su poema autobiográfico “Cuando Madrid era Sarajevo” (fragmento):

En Madrid llovía metralla, llovía injusticia, llovían muertos. Me regalaron un cordero. <<Tienes para comer un mes>> me dijeron.

Los ojos del cordero me dijeron otra cosa. Yo, por poco me muero de hambre El cordero se murió de viejo.

Nos cogimos cariño, Él y yo solos bajo los bombardeos. Después iba a por hierba a los solares para mi cordero.

Le enseñé a comer papel con los partes de guerra a mi cordero.

Como consecuencia de tamaña experiencia vital, la Fuertes, haciendo honor a su apellido, enalteció valientemente y sin ningún atisbo de pudor sus valores humanistas, entre ellos su vocación antibélica. En su poema titulado “Poeta independiente*6 Gloria se autodefine, entre otros calificativos, como madre “de todos los niños del mundo”, maestra porque les enseña a reírse, soldado porque afirma, “luché y lucho por la paz”, y modista “porque coso los rotos a la gente”. No me resisto a dejar de citar este breve poema de Gloria, escrito con esa sencillez tan suya:

Basta con una mano para matar. Necesitamos dos para acariciar, dos para aplaudir, todas las manos del mundo para la paz.

Tanto Italia como España quedaron devastadas y empobrecidas tras las contiendas bélicas y, más aún, con su población profundamente fracturada al haberse escindido en dos bandos. La desconfianza, el rencor y el dolor callado debieron hacer mella alojados en el corazón y la psique de muchos, tras años de delaciones, acusaciones, persecuciones, detenciones o paseíllos por declaradas adscripciones político-ideológicas, ser meros simpatizantes o incluso como venganza, fruto de celos o envidias. Sólo quienes han ido al frente o han malvivido bajo un bombardeo, saben que no hay nada heroico en la guerra. Aquellos cuyos propios ojos han visto la barbarie, albergan en lo recóndito de su memoria escenas pavorosas y actos depravados con los que deben aprender a convivir. Estos frutos del absurdo entumecen los sentidos, indefectiblemente jalonados de aterradores sonidos y de la pestilencia que acompaña la ausencia de higiene, la tumefacción, la putrefacción y la muerte.

“Mar” *7

Cuando los hombres empezaron a odiar y a matar, Dios lloró. El mar es el llanto de Dios.

Dado el grave calado y la multiplicidad de trastornos psicológicos y psiquiátricos que deben aflorar durante largo tiempo como secuelas en una población sometida a un delirante contexto bélico, la labor creadora y constructiva de nuestros autores se convierte en un acto heroico, un canto a la vida, un bálsamo sanador, un auténtico exorcismo a las tremebundas secuelas de la guerra. Rodari y Fuertes ponen a nuestra disposición un legado que constituye toda una declaración de fe en el ser humano. Ofrecen a las generaciones futuras un inestimable regalo, que podemos recibir con cariño, como si de un acto psicomágico se tratara.

“Telegrama celestial” *8

No disparar donde haya niños. Stop. En la gloria no necesitamos más ángeles.

Gloria Fuertes a principios de los años 40, con su primera novia, Chelo Sánchez

En esa polaridad extrema dentro de la que es capaz de oscilar nuestra especie de primates en evolución, entre los actos más terribles y miserables y los más elevados y sublimes, Fuertes y Rodari nos otorgan, en sus cuentos y poemas, como fruto de sus experiencias vitales, una enseñanza que tenemos la responsabilidad de acoger con gratitud. Tras el humor y la elocuente simpatía que jalonan sus relatos, rimados o no, se esconde la generosa sabiduría de aquellos que transmiten con conciencia un mensaje con vocación de sacudir la conciencia del lector. Urge que estemos atentos para poder identificar situaciones susceptibles de abocarnos una generación tras otra, como si de una maldición se tratara, a la caída libre en la escalada bélica que alimenta a la insaciable bestia del conflicto armado. Ambos, con sus obras plagadas de ternura y bondad, engrandecen la condición humana sembrando semillas de amor en nuestros corazones.

“Abril: El asedio” *9

El general Tuthía le dijo al gran Faraón: Majestad, esa ciudad no la tomaremos ni locos con un asedio normal. Hace falta un truco. Y tú, ¿lo tienes? Lo tengo, sí. El general mandó disponer de noche mil grandes tinajas en torno a la ciudad sitiada. Dentro de cada tinaja había un soldado armado de punta en blanco. Después el ejército egipcio recogió armas y bagajes, desalojó el campo, se batió en retirada. Los sitiados corren a las murallas, no ven a los egipcios, ven las tinajas y gritan: ¡Qué bien! Es lo que necesitamos para la recolección de las aceitunas. Se necesitaron cien carros para llevar las tinajas a la ciudad. Por la noche, los soldados egipcios rompieron las tinajas, saltaron fuera, abrieron las puertas, prendieron fuego; el Faraón regresó con todas sus tropas. Moraleja: victoria total. Gran fiesta, fuegos artificiales. Sólo el general Tuthía no se mostraba demasiado contento. ¿Cómo? —dijo el Faraón—, te he dado la más alta condecoración del Imperio, una pensión de primera categoría, mil caballos, uno por cada tinaja, ¿qué más quieres? Nada, Majestad. Pero pienso que dentro de tres mil años, en la guerra de Troya, un general griego hará con un solo caballo lo que yo he hecho con mil tinajas. Por desgracia nosotros no conocemos aún el caballo y así ese otro se llevará toda la gloria. ¡Guardias! —gritó entonces el Faraón—, agarrad a este traidor y cortadle la cabeza. Él no quería la ciudad, quería la gloria. Quería un poeta que hiciera su biografía. Con pasar a la historia no le bastaba: ¡quería también pasar a la poesía! ¡Matadlo!

Por su parte, Gloria llegará a afirmar “antes que mujer y poeta soy pacifista”. Así pues, la guerra la transformó en una activa defensora de la paz, convirtiéndose en uno de los rasgos más definitorios de su forma de entender la vida. Se hace necesario señalar que no toda la obra de la poeta madrileña se circunscribe en la literatura infantil, aunque bien es cierto que esta ha eclipsado el resto de su producción. Si se diera el caso de que algunos de sus poemas llegaran a nuestras manos sin ser conocedores de su autoría, podríamos incluso llegar a contextualizarlos como salidos de la tinta de algún padre o pedagogo de la Teología de la Liberación, como aquellos escritos en la década de los sesenta por el recientemente fallecido Pedro Casaldáliga *10.

“Deshacer lo injusto“ *11

No sé escupir, pero voy a aprender para escupir sobre las tumbas de todos los culpables de las guerras.

No tengo uñas, pero quisiera tener garras para atrapar desde mi altura a los hombres reptiles.

No tengo poder, pero tengo la fuerza de los pueblos que sufren.

No tengo cultura, pero tengo el corazón sabio de estar con los que no tienen nada.


“El corazón de la Tierra“ *12

El corazón de la Tierra
tiene hombres que le desgarran.

La Tierra es muy anciana.
Sufre ataques al corazón
en sus entrañas.

Sus volcanes,
laten demasiado
por exceso de odio y de lava.

La Tierra no está para muchos trotes
está cansada.
Cuando entierran en ella
niños con metralla
le dan arcadas
.

Rodari y Fuertes donaron a todos los niños del mundo de ayer, hoy y mañana, unos fabulosos baúles que albergan un sorprendente y fantástico universo, repleto de ristras de palabras en forma de versos, poemas, cuentos y relatos de variado pelaje, tejidos con una naturalidad tan absurda e hilarante como sabia e ingeniosa.

“Julio: la cadena“ *13

La cadena se avergonzaba de sí misma. «Vaya —pensaba—, todos me eluden y tienen razón: la gente ama la libertad y odia las cadenas». Pasó por allí un hombre, agarró la cadena, subió a un árbol, ató los dos extremos a una sólida rama e hizo un columpio. Ahora la cadena sirve para hacer volar por los aires a los hijos de ese hombre, y está muy contenta.

En su poema Las bellas hadas”, *14 Rodari, ese vocacional y entusiasta pedagogo dotado de una amplia y novedosa perspectiva didáctica, contrapone las bellas y sugerentes criaturas de los cuentos maravillosos a los destructores artífices de la guerra y su pomposa retórica, a los que invita con humor a abandonar nuestro planeta para que la gente pueda vivir en paz y los seres mágicos vuelvan a habitar la tierra. Así, deja bien claro que la contienda bélica causa efectos devastadores en el Reino de Fantasía que habita en lo profundo del niño interior que todos llevamos dentro, cual patrimonio inmaterial de la humanidad.

[…] ¿Pero volverán? Di…/ Pues yo os digo que sí / ¿Y qué es lo que hay que hacer? /

Hay que ir a ver a los generalotes / de los grandes bigotes, /amantes de la guerra, /

y decirles, tratándolos de usía: / “Tengan la cortesía / de emigrar de esta tierra /

e irse al planeta Urano / o a un sitio más lejano todavía, / que esté tan a trasmano /

que puedan disparar / sin que nadie los tenga que escuchar. /

Se podrán despertar cada mañana / con un buen bombardeo / o, si les da la gana, /

con un gran cañoneo, / y, cuando sea hora / de irse a dormir, dirán /

sus oraciones con la ametralladora / ¡Pura felicidad! / La gente tendrá paz /

año tras año, y si las cosas van / de acuerdo con el plan, / seguro que las hadas volverán.”

Antigua portada de Cuentos por teléfono

En la conocida obra de Rodari Cuentos por teléfono, hallamos dos relatos relacionados con la guerra. En “La guerra de las campanas“ se narra el desenlace de un conflicto que, debido a su larga duración, había llegado a un punto muerto, al agotarse toda la materia prima necesaria para la fabricación de armas. Los dirigentes de ambos bandos albergan la misma idea: ordenan fundir todas las campanas del país para construir un gigante y mortífero cañón con el que destruir definitivamente al enemigo. Resultó que los cañones no vomitaban bombas, pues tronaban al unísono todas las campanas del país en un ensordecedor repiqueteo. Los soldados de ambos ejércitos salen de las trincheras a festejar el fin de la contienda y sus gobernantes, tras darse por vencidos, emprenden la marcha llevándose con ellos su ira y su frustración. El segundo de los relatos, “La manta del soldado”, es una historia triste e inconclusa protagonizada por Genaro, el huérfano de un soldado que, al “final de todas las guerras”, vuelve enfermo a casa. Fallece al poco tiempo, legando a su hijo su manta de soldado, su único y preciado bien, que le arropará cálidamente en las errantes noches de su infancia. En el cuento número 10 de la obra de Rodari Veinte historias más una (Ed. SM, 2015), titulado “La armónica del soldado“, el autor piamontés persigue, según avanza el relato, que el lector se implique emocionalmente con la responsabilidad que el destino pone en manos del protagonista. Este es de nuevo, un soldado que retorna a casa tras la guerra y que, en el camino de vuelta, se topa con un anciano mendigo que le hace entrega de una armónica encantada. Al escuchar su melodía, la gente se vuelve amable y bondadosa. Cuando descubre el don del instrumento para diluir la violencia y deshacer la discordia y el conflicto, el soldado se propone la misión de extender por el mundo su virtud pacificadora, para lo cual ha de abandonar de nuevo su hogar y comenzar su particular peregrinaje. El hombre aspira a que el portentoso sonido de la armónica sea escuchado “en todos los rincones del mundo”, cual lluvia de paz que destierre el odio y la violencia de la humanidad… pero a veces las cosas se tuercen en el último momento. Una emotiva historia que busca despertar las ansias de paz en nuestros corazones, un canto a la entrega abnegada y un homenaje a aquellos que, con vocación de servicio, ofrecen sus vidas a la ardua misión del bien común. Sirva para acompañar este relato de Rodari, el siguiente poema de Gloria Fuertes que clama por la conversión del odio en amabilidad:

Gritad, gritad entonces hasta agrietar las piedras hasta parir insomnio para el mundo culpable.

Hasta que el odioso se convierta en amable.

Gritad, que con los gritos se deshagan pistolas y sables.

Gritad, gritad: -¡Necesitamos vivir en paz!

En Retahilas de cielo y tierra *15, de Rodari, hallamos también el siguiente poema dedicado a los monarcas que gustan de la guerra, como recordatorio del sabio dicho popular “dos no pelean si uno no quiere” *16:

“El rey don Rodrigo“

Un rey que se llamaba don Rodrigo marchó a la guerra en pos del enemigo, que estaba atareado comprándose un helado y le importaba un pito don Rodrigo.

<<¡Enemigo, enemigo, sal de ahí si eres valiente!>> <<Cuando acabe el sorbete estoy contigo.>> <<¡Sal que estoy impaciente con mi espada y con mi lanza!>> <<Ahora no, que me duele algo la panza…>>

Don Rodrigo abdicó desanimado, y pidió su pensión de jubilado

En el álbum ilustrado con aromas de cuento maravilloso titulado El camino que no iba a ninguna parte *17, Rodari nos cuenta la historia de Martín Testarudo, un niño capaz de ir más allá de las lindes infranqueables de su pueblo, trascendiendo el pensamiento establecido y la presión de grupo que tanto daño han provocado y provocan a la humanidad. Aquel que es capaz de cruzar la frontera -real o imaginaria- y cuestionarse el pensamiento único de la masa, será premiado por su valor e independencia. He aquí un hermoso canto de Rodari al librepensamiento, que nos ayuda a reflexionar sobre las tóxicas dinámicas gregarias que condicionan el avance de las sociedades o las conducen hacia situaciones involutivas y potencialmente peligrosas para las democracias. Quiero cerrar este recorrido tras la estela pacifista en la obra de ambos autores, con el siguiente poema de Gloria Fuertes, que bien puede acompañarse del tema “Milonga del moro judío, del cantautor uruguayo de origen sefardita Jorge Drexler.

“Las banderas separan” *18

Al aire, al aire puro
no le gusta acariciar banderas. Todas las banderas
huelen a proyectiles,
a heridas

Todas las banderas huelen a sangre
de hombre joven. El aire puro de mala gana las ondea
Hasta que con todas las banderas (como dije)
los países hagan una soga larga
multicolor, gigantesca,
entonces el huracán
se convertirá en suave céfiro
que acariciará la única bandera
del mundo gustoso.

A MODO DE CONCLUSIÓN:

Rodari y Fuertes abordaron una particular sanación de la psique y los traumas vividos durante la guerra a través del pensamiento poético, acudiendo al universo mágico-simbólico como forma de activar al sabio maestro interior que todos y cada uno llevamos dentro. Con su desenfadada y sencilla (que no simple) crítica social y apelando a la libertad individual, nos recuerdan nuestro derecho a elegir, a traspasar la barrera. En una mente infantil sana no hay lugar para albergar ningún atisbo de delirio belicista, pues el ser humano aspira a la felicidad; lo contrario, constituye una deriva patológica social y colectiva. Están los Premios Nobel de la Paz -lastimeramente deslegitimados con su politización- y luego están los adalides de la Paz que ocupan, por derecho propio, un lugar especial en el corazón de muchos. Benditos sean estos artistas de la palabra, que engrandecen a la humanidad con su herencia: sus bellos tapices de relatos que contribuyen al librepensamiento de las generaciones futuras. Docentes, pedagogos, madres, padres, tíos, cuentoterapeutas, educadores de variado pelaje, seamos agentes difusores, cual esporas, de la voz latente de estos cantores de la paz, de estos juglares de la infancia del siglo XX, que enaltecieron y aún hoy en día exaltan la nobleza de nuestra alma cada vez que son leídos y recitados.

La escritora Gloria Fuertes, en moto

notas a pie de página:

*1 Leonora Carrington (Reino Unido 1917- Ciudad de México 2011), polifacética artista y escritora, en [51´41´´] “Leonora Carrington, imaginación a galope fino” https://www.youtube.com/watch?v=a8DIAnxLIzM

*2 Poema recogido en Retahilas de cielo y tierra, de Gianni Rodari, Ed. SM, 2015. Pág. 127.

*3 Galardón internacional conocido como el "pequeño Premio Nobel" de la narrativa infantil, que concede de modo bianual la International Board on Books for Young People (IBBY), como reconocimiento a una «contribución duradera a la literatura infantil y juvenil». Consta de dos categorías: autores (desde 1956) e ilustradores (desde 1966).

*4 En Diccionario estrafalario, de Gloria Fuertes. Ilustraciones de Jesús Gabán. Ed. Susaeta.

*5 En Gloria Fuertes para niños, ilustrado por Jesús Gabán. Ed. Susaeta.

*6 https://culturainquieta.com/es/inspiring/item/11720-ni-fui-madre-ni-esposa-ni-viuda-ni-religiosa.html

*7 En Gloria Fuertes para niños , ilustrado por Jesús Gabán. Ed. Susaeta.

*8 Ibídem.

*9 Fragmento de “Uno para cada mes” en Cuentos escritos a máquina, Gianni Rodari. Santillana, 2016.

*10 (España 1928-Brasil 2020) Obispo durante cuarenta años de la Prelatura de la Amazonía de São Félix do Araguaia.Defensor de los derechos de los pobres, los indígenas y los sin tierra. Conocido como el obispo del pueblo, a causa de su compromiso a favor de los campesinos y pueblos indígenas, en contra de los intereses de terratenientes y transnacionales agrícolas, fue objeto de amenazas de muerte y de intentos de asesinato. Publicó más de cincuenta obras de prosa y poesía, de consulta libre en internet. Su posición favorable a la necesidad de una profunda renovación de la Iglesia y sus conexiones marxistas, le supusieron problemas con el Vaticano, llegando a ser llamado a Roma para explicar su planteamiento, su conducta y su orientación pastoral.

*11 https://poesiauniversalblog.com/2017/03/08/deshacer-lo-injusto-gloria-fuertes/

*12 https://leeryescribirblog.wordpress.com/2019/02/28/gloria-fuertes-el-corazon-de-la-tierra-analisis-y-propuesta-didactica/

*13 “Uno para cada mes” en Cuentos escritos a máquina , Gianni Rodari. Santillana, 2016.

*14 Recogido en Retahilas de cielo y tierra, Ed. SM, 2015. Págs. 139-143.

*15 Pág. 180.

*16 A acompañar, como recurso de apoyo, con La guerra perdida, escrito e ilustrado por Agustín Comotto.

*17 Recogido en Cuentos por teléfono, pero también publicado por SM en 2011 de forma independiente, ilustrado por Xavier Salomó.

*18 https://www.villasanagustin.es/index.php?option=com_content&view=article&id=464:palabras-para-la-paz-antologia-de-poemas&catid=36:villaluna&Itemid=72

ANEXO:

CANCIONES Como colofón a este texto, concebido en parte como homenaje a Rodari y a Fuertes y en parte como propuesta didáctica; se plantean, en aras de la transversalidad, dos temas que podrían servir de banda sonora para acompañar los contenidos propuestos. Dado que una canción puede definirse como un relato con música y que el contenido propuesto es susceptible de abordarse tanto desde el área de literatura y lengua española, como desde las asignaturas de Ética, Filosofía o Educación para la ciudadanía, ¿por qué no abrir esta banda sonora también a otras lenguas?

  • “Imagine”, canto a la paz de John Lennon, compuesto en 1971.

  • “Il y avait un jardín” (1972), un hermoso canto al paraíso perdido de George Moustaki, cantante y compositor francés, nacido en Alejandría en el seno de una familia judeo-griega originaria de la isla de Corfú.

ÁLBUMES ILUSTRADOS He aquí una relación de álbumes ilustrados que, como complemento a los textos de Gianni Rodari y Gloria Fuertes, sirven como recursos pedagógicos para favorecer el abordaje de la temática de las guerras como absurdo evitable, el consenso como principio vertebrador y los valores fundacionales de las relaciones, en un marco tanto social como internacional:

El Hombre Árbol Escrito e ilustrado por Massimiliano Frezzato. Ed. Picarona, 2019 Érase una vez una potente fábula sobre la guerra y la paz, la paciencia y la libertad, bellamente ilustrada y ambientada en los tiempos en que los árboles y los animales hablaban.

El deshielo Texto e ilustraciones: Riki Blanco. Ed. A buen Paso, 2015. Un álbum de ilustraciones espectaculares, realizadas con técnicas digitales, que evocan el mundo de fantasía del cuento maravilloso; muy apropiado para abordar el tema de la gestación y la resolución de conflictos. Narra la historia, ambientada en un tiempo inmemorial, de dos reinos vecinos enfrentados.

El rey que bordaba estrellas Escrito por Ernesto Rodríguez Abad e ilustrado por Victor Jaubert. Ed. Diego Pum, 2013. Contiene imágenes llamativas y muy coloristas, que remiten al empleo de técnica mixta. Apto para tratar en el aula la importancia de los valores como guías de nuestros actos, además de poder servir para abrir el debate sobre los roles de género. Nadie entiende a un rey que, llevado por el deseo de hacer feliz a sus súbditos, borda para ellos hermosos cielos estrellados. Mientras, otros monarcas ansían aumentar su poder, extender su dominio sobre nuevos territorios, acumular más riquezas o tener más lujos, por lo que se disponen para la guerra. Sirva como reflexión sobre lo importante y lo prescindible.

Pájaros en la cabeza Escrito por Joel Franz Rosell e ilustrado por Marta Torrao. Ed. Kalandraka, 2004. El autor busca mostrar la “cultura del consenso”. Un narrador omnisciente nos muestra, a través de algunas secuencias narrativas y varios diálogos, un pequeño reino gobernado por un rey y sus tres ministros. Estos últimos ansían ambiciosos propósitos, por lo que no dudan en conspirar contra el monarca. Cuando el rey descubre sus intenciones, les invita a reflexionar escuchando el trino de los pájaros. Con un rico lenguaje y frases cortas y concisas apoyadas en las ilustraciones, el autor aporta agilidad a un texto de tintes poéticos.

La guerra perdida Texto e ilustraciones de Agustín Comotto. Thule Ed. 2008. Con ilustraciones que recuerdan la estética del cómic, el autor propone una irónica fábula sobre la guerra y aquellos que siempre buscan un enemigo al que combatir. Si las guerras, al igual que las peleas, son cosa de dos, ¿qué sucede si alguien con ganas de guerra no encuentra a nadie con quien enfrentarse?

BOOM. La guerra de los colores Escrito e ilustrado por Ximo Abadía. Ed. Montena, 2020. Álbum que plasma técnicas propias de las artes gráficas, evocando impresiones publicitarias de la primera mitad del siglo XX. Editado en papel amarillo, con colores planos y sin empleo de sombras, alcanza un gran impacto visual al jugar con el predominio absoluto de las tintas roja y verde -dos colores complementarios-, negro y blanco y el azul sólo en ocasional acto de presencia.



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