Frau Holle: aproximación a los orígenes paganos de un cuento tradicional alemán

Margot Antúnez Domínguez

Licenciada en historia con formación en el campo de la antropología. Estudiante de Cuentoterapia y estudiosa de la mitología y la tradición oral.


El árido invierno es necesario

para que llegue la primavera.

En la soledad y la oscuridad

es como la semilla se prepara

para encontrar de nuevo la luz” *1


En estas jornadas invernales de recogimiento, de breves días y largas noches, tan aptas para compartir antiguos relatos al calor del hogar, traemos a colación una antigua historia europea que hunde sus raíces en los ritos vinculados a Yule *2, el solsticio de invierno, la Gran Noche de la Madre de los germanos precristianos. La noche del 24 de diciembre en Alemania, Austria y Suiza es Holda la que, en su carroza voladora *3, reparte dicha y regalos a quienes merecen recibirlos. En agradecimiento por sus obsequios, la mañana de Navidad se coloca un tazón de leche en la puerta de las casas. Holda también es conocida como la Dama Blanca (Die weiße Dame) pues, cubierta con su capa de plumas de ganso, llega en la época del año en que un manto níveo lo cubre todo.

Pero vayamos al cuento. El relato alemán titulado “Frau Holle” (Señora Holle), también conocido como "Madre Holle", "Madre Nieve" o "Vieja madre helada" y clasificado en el sistema de Aarne-Thompson dentro del tipo 480 (AT 480), aparece en Cuentos de niños y del hogar, título de la primera recopilación de cuentos tradicionales publicada por los hermanos Grimm en 1812. Estos basaron su versión en un cuento oral de la región de Hesse transmitido por Henriette Dorothea Wild, con la que Wilhelm contraería matrimonio en 1825. La primera variante escrita de esta historia está recogida con el título “Las tres hadas” en el Pentamerón (1634-1636) de Giambattista Basile, en el capítulo correspondiente a la tercera jornada.

En esta historia popularizada por los Grimm aparece una especie de anciana hada madrina que alberga bajo su refajo aspectos propios de figuras de la antigua mitología nórdico-germánica. Una joven bondadosa y hacendosa, que vive con su madrastra y su hermanastra, se pincha el dedo hilando junto al brocal del pozo, cayendo a las profundidades de este y yendo a parar al mundo subterráneo de la Señora Holle. Al volver cubierta de oro, su cruel y envidiosa madrastra envía a su propia hija. Los viajes por separado de ambas muchachas las ponen a prueba: mientras la primera está dispuesta a obrar de manera altruista, generosa y laboriosa, la segunda se muestra interesada, egoísta y perezosa, por lo que es premiada con una cobertura de pez de la que nunca se podrá desprender.

En primera instancia hallamos la moraleja en la polaridad que podemos establecer a raíz del comportamiento de las dos jóvenes: bondad/ mezquindad, laboriosidad/ pereza, honestidad/ falsedad, generosidad/ avaricia o esencia/ apariencia. Esa estructura binaria del cuento también se construye en la oposición entre juventud y lozanía versus vejez, decrepitud. Pero más allá de una lectura de lo aparente, podemos encontrar dualidades como luz/ oscuridad, espíritu/ materia o esotérico/ exotérico, polaridades éstas que confrontaban a los habitantes de la antigua Europa pagana con una visión mitológica que explicaba la rueda anual. Una religión basada en el conocimiento adquirido a partir de la observación de los ciclos de la naturaleza y que albergaba la promesa de renacimiento en lo más oscuro del frío invernal. La lluvia de oro que bendice a la muchacha honesta muestra un ineludible simbolismo solar, un augurio de redención que anuncia el retorno de la luz del sol. A pesar de que en lo más profundo del invierno un manto de hielo cubra la tierra inerme, está la certeza de que el potencial de la primavera late en el interior de la tierra.

Al caer por el pozo (símil del húmedo canal de parto), la muchacha pierde el sentido y, al despertar y volver en sí, despierta en una hermosa pradera de eterna primavera. Encontramos aquí el eco del sueño ritual que precede a la transformación y que hallamos en muchos relatos de tradición popular, pero el sueño es también una muerte, sea transitoria o simbólica. Es preciso detenerse, entregarse al no hacer para que la criatura que está en proceso de cambio pueda transformarse. Al igual que la larva se inmoviliza dentro del capullo y acontece la metamorfosis que la convierte en mariposa, durante el sueño ritual se produce el reposo que aquieta la agitación propia de la adolescencia, necesario para que la joven mujer adulta pueda emerger.

En este relato podemos rastrear indicios de ancestrales ritos de iniciación de la doncella a la edad adulta vinculados a la primera menstruación (indicada simbólicamente en la metáfora “le salía sangre de los dedos”), ritos que tenían lugar en el interior de cuevas, símbolos de la cavidad uterina de la Madre Tierra. Tras ese descenso al inframundo, las niñas nacían de nuevo transformadas en mujeres.

En apariencia el inframundo es muy parecido al mundo de la superficie terrestre, pues hay que hornear el pan, recolectar las manzanas y hacer las camas… pero sucede que, al sacudir el edredón y los almohadones de plumas de la Señora Holle, nieva sobre la tierra, lo que constituye una clara referencia al poder de esta misteriosa anciana sobre el tiempo y la climatología, mostrando las raíces que la vinculan a una primitiva diosa germánica de la tierra, asociada tanto al arado como a la rueca.

El personaje femenino que da título al relato, es conocido en otras regiones germanas con las variantes de Holla, Holda, Perchta, Berchta (Berta o Bertha), análogo de la criatura escandinava conocida como Huldra o Hulda. Todos los indicios apuntan a que nos encontramos ante lo que en un principio fue una figura legendaria pagana que sobrevivió al calor de las creencias populares hasta bien entrado el s. XIX. Así, en el folclore germánico precristiano estos nombres eran empleados para denotar un solo ser.

En cuanto a la etimología del nombre Holle, se pueden encontrar diversas interpretaciones, como el protogermánico hulþaz (favorable, amable, leal); huldī del alto alemán antiguo (amabilidad); el alemán huld (clemente, comprensivo, agradecido); el danés y sueco huld (justo, amable, cortés) o 'hyld' (secreto, oculto); el islandés hollur (fiel, dedicado, leal); el inglés antiguo hold (cortés, amistoso, favorable, verdadero, leal, agradable).

Bajo la cubierta de hielo, nieve y escarcha que mantiene la vida en estado latente, el seno de la Madre Tierra acoge el potencial de la primavera, una reserva intraterrenal de prosperidad y abundancia, al igual que el fértil vientre de las jóvenes oculta el futuro de las generaciones venideras, trayendo la certeza de la pervivencia del ciclo de la vida. Así, el aspecto de la anciana sabia de la tríada sagrada, encarnada en este cuento por Frau Holle, pone a prueba a la doncella virgen, en la que podemos vislumbrar a Ostara o Eostre*4, diosa de la juventud y la primavera, con todo el potencial y la fuerza germinativa que alberga en la pureza de su ser. La chica, al igual que Basilisa cuando es iniciada en la cabaña del bosque de Baba Yaga, se apoya en su intuición y habilidades para emerger airosa del rito de paso.

La noche más oscura del año, cuando toda la naturaleza ha muerto y la nieve vela la tierra al igual que los cabellos plateados visten la cabellera de Frau Holle, contiene la promesa de resurgimiento. Las señales de la próspera continuidad aparecen garantizadas en ese horno con hogazas de pan recién horneadas y ese manzano cargado de frutos; dos hermosas metáforas que traen la confianza en las futuras cosechas de cereales que alimentarán a aquellos que nacerán del vientre de las jóvenes muchachas, en un ciclo eterno de muerte y renacimiento. En este sentido, Frau Holle muestra vínculos con deidades de la abundancia como la romana Abundia, diosa de la buena fortuna y portadora de la cornucopia.

La Señora Holle también está asociada a la tarea de hilar, lo que, tal como señala el historiador Bernhard Lauer*5 nos habla de su influencia en el destino de las muchachas. Era Holda la que otorgaba a las mujeres el conocimiento del hilado y éstas dedicaban buena parte de las largas y frías jornadas invernales a hilar y tejer, protegidas en el interior del hogar. El período oscuro del año se hallaba bajo el dominio de las viejas y ancestrales diosas del destino. Holle, también conocida como Dunkle Großmutter (Abuela Oscura), es la diosa que acogía a los niños que morían siendo bebés, rastro que nos lleva al ancestral culto a la Gran Diosa de la vida y de la muerte, a la Gran Madre en sus dos aspectos: la dadora de vida y la que nos acoge amorosa en su regazo cuando llega el momento de nuestra muerte. El acceso al territorio de Frau Holle cayendo a través del pozo, nos indica un movimiento de descenso al mundo subterráneo en el que se ubica su morada, mostrándonos su dimensión como divinidad ctónica. Pero Holle también muestra un aspecto celeste en su dominio sobre el clima invernal.

Erika Timm*6 expone que, tras las migraciones de la Alta Edad Media, la figura germánica de Perchta relacionada con Hulda, surgió en las regiones alpinas de una fusión de tradiciones germánicas y pre-germánicas, probablemente celtas. Curiosamente, Perchta vive en el fondo de un pozo, monta un carro y fue la primera que enseñó el arte de tejer a partir de la fibra de lino.

La figura de Holle testimonia la importancia de lo sagrado femenino aún presente en el paganismo tardío wotanista*7. A medida que a lo largo de la Alta Edad Media el cristianismo reemplazaba al paganismo escandinavo, las antiguas costumbres se perdieron o fueron gradualmente asimiladas a la tradición cristiana. Con el paso de los siglos, el paganismo se mezcló con el folklore rural, donde sobrevivió el personaje de Frau Hulda. Ya Jacob Grimm señaló a Holle como una divinidad germánica precristiana, afirmando que Perchta era conocida desde el s. X como Frau Berchta en alto alemán antiguo y, como en el caso de Holda (Frau Holle), era una diosa protectora de hilanderas y tejedoras ataviada de blanco. La magia del hilado y el tejido la vincula con el mundo espiritual, por lo que el folclore católico alemán la asoció con la brujería.

Marija Gimbutas*8 nombra a Hulda (Holda, Holla o Holle) como una antigua deidad suprema germánica anterior a la mayor parte del panteón germánico, incluido Odín, en continuidad con tradiciones propias del período preindoeuropeo en la Europa neolítica.

Con anterioridad a las deidades triples existió la unidad sagrada. Así como en la Grecia del periodo arcaico la Moira que hilaba el destino de los mortales era una, en el ámbito nórdico-germánico sucedió un proceso similar: en los comienzos sólo existía una Norna*9, llamada Ur o Urda. Guido von List*10 señala que Ur es lo eterno, un prefijo que designa el estado original o primitivo de algo. Así, Ur representa el fuego originario del que surge la vida una y otra vez a través de una cadena ininterrumpida de muerte y renacimiento, el ciclo de reencarnaciones. Ur es el potencial generador y está contenido en las palabras urdir y urdimbre. En la Edad Media cristiana, al estado del alma en la muerte se le denominaba Urstand, es decir, estado primigenio, la condición experimentada dentro de Ur.

Con la llegada del invierno la naturaleza se detiene, las aves migratorias se marchan y los humanos celebran la gran fiesta de los muertos. Todo lo generado se desvanece y desciende a Ur. El sol de invierno, carente de poder, acumula vigor en Ur para su pronto regreso como el joven dios solar. Cuando el alma sale del mundo físico por la puerta de la muerte, se prepara en Ur para un renovado resurgir, se provee según sus propias capacidades para su próxima encarnación. La deidad de la muerte no es enemiga del humano, sino que le otorga ricos regalos durante su estancia en el estado primigenio. A través del portal del nacimiento, el alma vuelve a la vida en el mundo de los sentidos y, hallándose en la materia, se reencuentra con las coordenadas del tiempo y el espacio.

Volviendo al relato de Frau Holle, cabe señalar que el personaje forma parte indiscutible del imaginario colectivo de los países de lengua alemana hasta el punto de alcanzar una dimensión patrimonial. Aunque intemporal, su representación dista mucho de ser única e inmutable y muestra múltiples aristas en función de las corrientes artísticas, el momento histórico y la motivación por la que se recurre a su figura. En la edición de los hermanos Grimm de 1812 aparece por primera vez como una anciana de grandes dientes que le confieren un aspecto animal, predador, tanto que casi espanta a la muchacha. Frau Holle encarna una figura ambivalente, capaz de recompensar y castigar, pero justa.

En las primeras décadas del s. XX la institución escolar alemana recurría a los cuentos populares como recurso pedagógico. Así, la figura de Frau Holle fue ampliamente reproducida en los carteles (Schulwandbilder) que decoraban los colegios con el objetivo de impregnar ciertos cuentos tradicionales de una visión moralizante y disuasoria. A partir de fines del s. XIX la escena del balcón se convierte en el emblema icónico del relato, permitiendo a generaciones de lectores identificarlo a primera vista. Otros ilustradores han optado por representarla suspendida en el cielo nocturno, sobrevolando una aldea, al tiempo que las nubes y la nieve se metamorfosean en almohadones y plumas. Con el paso del tiempo, las representaciones de Frau Holle se han ido edulcorando, dulcificando sus rasgos; pasando de una figura inquietante y enjuta, de dedos ganchudos y silueta y cuencas oculares oscuras, a un rostro progresivamente redondeado y sonriente que evoca el de una abuela ideal, acogedora y protectora. Importa señalar que esta última representación coincide con el desarrollo del marketing turístico alrededor de la figura de Frau Holle, en el estado federal de Hesse, un interés comercial que, a todas luces, sería incompatible con una imagen aterradora del personaje.


BIBLIOGRAFÍA:

DANIEL, NOEL (Ed.): “Los cuentos de los hermanos Grimm”. Taschen. Köln, 1912.

GOMEZ, ANNE-SOPHIE: “Fortunes et infortunes graphiques du personnage de Frau Holle dans le pays de langue allemande”. Recurso web: https://hal.archives-ouvertes.fr/hal-03029666/document

LOAR, JULIE: “Diosas para cada día. La sabiduría de lo divino femenino”. Ed. Kairós. Barcelona 2012.

VON LIST, GUIDO: “La religión de los pueblos ario-germánicos”. Editorial Eas. Alicante, 2021.

NOTAS AL PIE:

Los cuatro collages que ilustran este artículo fueron creados por la autora durante el pasado invierno.

*1 Jacques Walter, citado en Los niños de las raíces de Sybille von Olfers. ING Ed. Barcelona, 2003.

*2 La festividad celebraba con fuegos el combate entre la luz y la oscuridad, entre verano e invierno, al igual que el mito celta del rey roble y el rey acebo. En el día más corto y la noche más larga nace el sol, el nuevo tiempo en la profundidad de las tinieblas.

*3 Esta imagen de Holda evoca una figura celeste. Asimismo, la visión de una diosa en su carroza voladora nos remite a la nórdico-germánica Freya, a menudo representada conduciendo un carro tirado por gatos.

*4 Easter, ‘Pascua’ en inglés, deriva del nombre de esta diosa juvenil. Podemos considerarla como una derivación de Idunn, la guardiana de las manzanas de oro que comían los dioses para conservar su lozanía y vigor.

*5 Bernhard Lauer (1954, Britten, Alemania), filólogo. Hasta 2014 fue director del Museo de los Hermanos Grimm en Kassel y es el director gerente de la Sociedad de los Hermanos Grimm, radicada en la misma ciudad.

*6 Erika Timm: Frau Holle, Frau Percht und verwandte Gestalten: 160 Jahre nach Jacob Grimm aus germanistischer sicht betrachtet (2010).

*7 Woden para los sajones, Wotan o Woutan para los germanos, ya mencionado en la Germania de Tácito, quien lo equiparó al Mercurio latino, es un dios del conocimiento, un sabio hechicero que se convertirá en el Padre de todo, creador del cosmos, la vida y los seres humanos, como el Zeus griego y el Júpiter romano. Conocido como Odín por los escandinavos.

*8 Marija Gimbutas (Vilna, Lituania 1921 - Los Ángeles, EEUU 1994), arqueóloga y antropóloga, centró su labor investigadora en torno a las culturas del Neolítico y la Edad del Bronce de la «vieja Europa» —término que introdujo en los estudios arqueológicos-. De formación académica interdisciplinar, adquirió conocimientos de lingüística, etnología e historia de la religión, algo inusual para un arqueólogo de la época. Sus investigaciones, publicadas entre 1946 y 1971, combinaban el trabajo tradicional con sus interpretaciones lingüísticas y mitológicas, introduciendo nuevos puntos de vista sobre las sociedades de la Edad del Bronce, desafiando las creencias académicas existentes y abriendo nuevos modelos para la interpretación y la metodología arqueológica. Se convirtió en una de las autoridades más destacadas a nivel internacional en el estudio de la Edad del Bronce europeo e introdujo innovaciones en las técnicas arqueológicas del s. XX. Gimbutas investigó las sociedades Neolíticas del área balcánica concluyendo que estuvieron gobernadas por mujeres-reinas y sacerdotisas de carácter pacífico, a diferencia de sociedades de carácter belicista. El estudio de hallazgos de figurillas femeninas y masculinas —a las que nombró como dioses—, confirmó la existencia de un culto sagrado que designó como una única Gran Diosa, conclusiones publicadas en 1974 en The Gods and Goddesses. Como resultado de sus trabajos, constató que en el folclore perviven patrones culturales que sobreviven a los cambios que se producen en las sociedades tradicionales, cuyas creencias cambian a un paso lento, afirmación que podemos hacer extensible a los cuentos de tradición oral en tanto que constituyen parte sustancial del patrimonio inmaterial de una sociedad. Joseph Campbell destacó la importancia de la labor desarrollada por Gimbutas, escribió antes de su fallecimiento el prefacio de una nueva edición de The language of the goddess (El lenguaje de la diosa, 1989) y lamentó que los estudios de Gimbutas sobre las culturas europeas del Neolítico no hubiesen estado publicados cuando él escribió Las máscaras de Dios.

*9 Nor- significa piedra, lo fijo, lo originario o fundacional, lo no nacido. En la mitología germánica, las Nornas son las diosas que tejen el hilo del destino humano, como las Moiras griegas, las Parcas romanas o las hadas célticas. Las tríadas divinas simbolizan un sistema gradual cíclico representado en tres etapas: surgimiento o nacimiento; devenir o desarrollo y fallecimiento o transformación hacia un nuevo resurgir. Ur es la más antigua y auténtica de las Nornas, mientras que Verdandi y Skuld se incorporaron posteriormente para conformar una tríada. Si Ur es la que ha estado desde el principio, lo que siempre ha sido; Verdandi es el devenir, lo que se está convirtiendo y Skuld representa el efecto y la causa de ese devenir, en buen o mal sentido en función de las circunstancias.

*10 Guido von List (Viena 1848- Berlín 1919) Periodista, escritor e investigador austríaco, estudioso de la etimología vinculada a la religión y la mitología de los pueblos germánicos. Fue una figura destacada en el surgimiento del neopaganismo germánico y la magia rúnica a fines del s. XIX y principios del XX, siendo conocido por sus obras ocultistas y enmarcadas dentro del movimiento völkisch. Próximo a los círculos teosóficos, la obra de Helena Blavatsky constituyó para él una fuente de inspiración.







































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