Me emociono cuando te lo cuento
Ana San Nicolás Párraga. Cuentoterapeuta
Érase una vez una trabajadora social que fascinada por el mundo de los cuentos decidió introducirlos en su mundo laboral y experimentar con ellos a través de trabajos grupales dirigidos a personas denominadas “excluidas”... Llevo seis años en un programa de Acompañamiento a la inclusión social, en los Servicios Sociales de la Mancomunidad del Rio Mula donde se atiende a personas con graves problemas mentales, familiares y sociales. En octubre de 2014, al poco de iniciar la formación en cuentoterapia, me di cuenta de las posibilidades cuasi infinitas que tenían los cuentos para llegar allá donde no puede llegar la intervención, digamos, más convencional; así que le propuse a mis dos compañeras educadoras sociales, conformar un grupo de unas 10-12 personas para trabajar las emociones a través de los cuentos. Así fue como en marzo de 2015 empezamos a elaborar un proyecto para ponerlo en marcha en Mula, con el título sugerente de “Me emociono cuando te lo cuento o cómo hablar de las emociones a través de los cuentos”.
Las personas con las que se inició esta aventura eran usuarios PAIN (Programa de acompañamiento para la inclusión social) y derivados de UTS (Atención primaria), sin recursos económicos, con discapacidad, sin actividad normalizada, en tratamiento de salud mental, pertenecientes a familias desestructuradas, sin apoyos sociales o con escasa participación social. En definitiva, personas con una fuerte vivencia de soledad, incapacidad e impotencia para producir un cambio positivo en su manera de vivir y establecer relaciones de apoyo.
El proyecto se desarrolló primero en Mula, en 12 sesiones de hora y media de duración, y en el 2016 lo llevamos a cabo en Bullas, donde la duración de cada sesión fue de dos horas. Las sesiones eran vivenciales, comenzaban con una relajación corta y terminaban con el reparto de mensajes positivos. El cuento de base fue El monstruo de colores, de Anna Llenas, así como su Diario de las emociones, un libro que ayuda a plasmar sensaciones y emociones en el papel de forma creativa.
En las primeras sesiones íbamos desgranando las cinco emociones básicas: alegría, tristeza, rabia, miedo y calma. En éstas leímos varios cuentos que tenían que ver con una emoción determinada, dejando espacios para el sentir y compartir de cada integrante del grupo. Luego se “aterrizaba” la emoción a través de dibujos, mandalas, etc. para fijar mas la vivencia. Una vez que existe cohesión en el grupo, se pasa a una segunda fase que consiste en la creación de un mural colectivo. Cada participante expresa emociones y sensaciones partiendo de lo que ha aprendido e integrado a lo largo del taller, y lo hace a traves de collages, mandalas, dibujos…. en definitiva, usando cualquier forma de expresión creativa.
Sobre estas líneas puede verse el mural que resume el trabajo realizado en Bullas en 2016. La experiencia vivida allí fue más allá de cualquier expectativa, por el clima que se creó. La sensación de pertenencia hizo que cada uno cuidara del otro a pesar de las diferencias preexistentes. El cierre del grupo fue muy emotivo y todos y todas pedían que hubiese pronto una continuación. Salimos más fuertes y más... ¡sonrientes! Y colorín colorado, este cuento ha terminado y empiezan mil cuentos más.
Este artículo fue publicado en el número 2 de la revista anual de AICUENT, en diciembre de 2016