En el pozo con en Joanet de L’onso

Sofía Monteagudo Pons

Profesora de Lengua Castellana y cuentoterapeuta.

He despertado, en el fondo de este pozo sin saber quién soy, cómo he llegado.

Lleno de barro, con algunos huesos rotos y la piel color papel quemado.

Me levanto y clavo uñas y dientes contra la pared; el calor derrite mis manos.

Respiro y ardo, hogueras en mi torre de Babel; el dolor ya no duele tanto

Letra de la canción “El pozo” de IZAL.

Esta vez la invitación de Orlando para participar en la revista me llegó con bastante antelación. Es imperdonable que empezara a escribir tan tarde con todo el tiempo, confinamiento y verano mediante, que tuve. Pero así fue: tras varios meses, aún no tenía ni una línea. No me salía nada. De hecho, apenas escribí. Ni tampoco leí cuentos. Lo que hacía, en mi tiempo libre, era salir a la calle como de niña salía cuando estrenaba ropa o era fiesta, con entusiasmo, con muchas ganas de caminar y hasta de trotar, con hambre de cielo y de espacios abiertos. Luego, en casa, pintaba las paredes y bailaba y canturreaba, y también tiré muchas cosas a la basura. Así que estuve a punto de decirle a nuestro editor que no podía aceptar su ofrecimiento; que, después del teletrabajo, las pantallas para todo y los dolores de espalda, necesitaba mover el cuerpo y descansar la mente. Pero entonces, de repente, me acordé. Me acordé de que, a principios del pasado año, había celebrado con dos amigas un pequeño ritual y sacamos una carta del Tarot de los Cuentos 1 cada una. Y a mí me salió el siete de bastos, ese arcano en el que aparece una muchacha en un pozo y en lo alto una estrella. Y se me ocurrió que, a lo mejor, podía escribir sobre eso.

La imagen, para quien no disponga de ese tarot o no lo recuerde, remite al cuento de Juan el Oso y al momento en el que la princesa, que poco antes ha sido liberada de su encantamiento por Juan, asciende por el pozo izada por los compadres de este. El rostro de la joven presenta una expresión seria, se diría que es consciente de no estar aún fuera de peligro y en la incertidumbre de no saber qué desafíos habrá de encarar cuando salga a la noche estrellada que la aguarda. He de decir que, de entrada, Juan el Oso no es un cuento que me llame particularmente la atención. “Otra vez gigantes” —pienso, cuando me acuerdo del artículo que escribí para el anterior número de la revista—. Otra vez un cuento de brutos, de porrazos, de tipos que arrojan objetos por los aires. ¿Para cuándo una historia delicada donde aparezcan hadas y los protagonistas den alguna muestra de dominar la psicomotricidad fina?

Miracle a Llucmajor

En los últimos tiempos, sin embargo, algo me ha hecho reconsiderar esta impresión desfavorable. Y es que ha caído en mis manos, extraña y oportunamente, un libro del escritor mallorquín Sebastià Alzamora, Miracle a Llucmajor, cuyo protagonista —inspirado en un personaje real que vivió en la Mallorca de los años veinte del siglo pasado— adora la rondalla En Joanet de L’onso, hasta el extremo de que este relato sirve, en cierto sentido, de punto de partida a su propia peripecia.

Además, al protagonista de la novela, en Pere de Son Gall, le sucede un poco como a Juan —Joanet en la versión balear—: Pere no tiene fuerza sobrehumana ni el cuerpo cubierto de pelo, pero se pasa las horas tratando de construir una máquina voladora y ese empeño disparatado le convierteen el blanco de las burlas de sus vecinos. Pere es, en su pueblo de payeses y terratenientes, un paria. Un paria, para más inri, enamorado de Maria Boscana, la “hija del rey” del lugar. ¿Más analogías? El padre de Pere no llegaba a oso, pero era un tipo bastante dominante (la novela comienza cuando se celebra su funeral y, metafóricamente, la madre y el hijo logran desplazar la piedra que les mantenía prisioneros en una cueva) es que el arquetipo de Juan el Oso todavía sir ve para explicar aspectos de nosotros y todavía nos habla sobre cómo afrontar retos cuando parece que todo lo tenemos en contra salvo nuestra determinación de salir adelante.

Siete de Bastos correspondiente al Tarot de los cuentos maravillosos de la península ibérica, ilustrado por Laura Gómez Marín

Por cierto que la versión de “Juan el Oso” que menciono, En Joanet de l’onso, es muy graciosa. Se trata de una de las de las rondaies recogidas, a finales del siglo XIX, por mosén Antoni Mª Alcover (Manacor, 1862-Ciutat de Mallorca, 1932), en su Aplec de rondaies mallorquines d’En Jordi d’es Racó 2. Puede que no sea la versión más completa 3 y que la mano del compilador se intuya en el estilo y en otras particularidades, pero, con todo, es un texto bastante fiel a la oralidad, lleno de aciertos narrativos y poseedor de una gracia expresiva muy característica de la idiosincrasia balear. Leyéndola, me imagino con qué deleite los cuentistas decimonónicos podían explicar esta historia a su audiencia y qué liberador de la rabia y de la energía contenida debía de ser identificarse con un héroe tan desenfrenado. Y, por otra parte, qué precisa y preciosa la descripción del vergel que Joanet encuentra dentro del pozo, un perfecto locus amoenus, con reminiscencias del Cantar de los cantares.

I heu de creure i pensar i pensar i creure…

Para quien no recuerde la historia, os pongo en antecedentes —siempre tomando como referencia la versión que acabo de citar: Joanet de l’onso es el fruto del coito (no se sabe si consentido, porque en el cuento se dice que el oso “se llevó a (la muchacha) a la cueva sin maltratarla, halagándola”) entre una joven recién casada que debe recuperar una vaca que ha perdido en el monte y un oso (onso), que los mantendrá, a ella y al hijo en común, prisioneros en su cueva por siete largos años 4. A los siete años, Joanet, como si nada, consigue desplazar la roca que mantenía sellada la entrada de la cueva y madre e hijo logran escapar y regresar a la aldea. Entretanto, el marido de la mujer ha muerto 5 y Joanet y su madre se instalan entonces en una casita. Joanet crece y es un chaval fortísimo, con el pecho y los brazos cubiertos de pelo. Y, precisamente, por ser tan peludo, los chicos en la escuela se ríen de él y Joanet, en un arranque de furia, mata a un par de ellos a golpes. Joanet es demasiado salvaje y violento como para que la justicia ordinaria pueda frenarlo; se suceden escenas de desafíos y palizas hasta que los vecinos consienten en darle lo que pide (una barra de ferro de cent quintars i un pa de dotze bar celles 6) a cambio de que se vaya para siempre del pueblo.

Camina, caminaràs…

Cuando Joanet se va a descobrir món, de alguna manera el talante del personaje cambia: sigue protagonizando escenas en las que asombra a todos con su fuerza sobrehumana, pero algo de su agresividad se ha perdido. En primer lugar, ayuda a un leñador a desencallar a un burro cargado de leña; luego contrata a tres hombres de una fuerza solo superada por la suya propia —Arranbassa-pins, Escardapenyes y Apuntera-pareis— para que trabajen para él. La descripción de estos tipos es tan hiperbólica que se dirían gigantes, sin embargo en diversas ocasiones queda claro que Joanet de l’onso es infinitamente más fuerte y el líder indiscutible de la cuadrilla. Los cuatro colosos —altaneros, confiados en que nada ni nadie podrá hacerles frente— deciden buscar cobijo y se dirigen a unas casas rojas, con fama de albergar en ellas un negret 7. Pero, una vez allí, lo que se les aparece no es un negret, sino un viejo (jai) de aspecto frágil, agachado y renqueante, que entra a por lumbre para encender su pipa y, como se la niegan, se caga en el puchero 8. Sucesivamente, Arranbassa-pins, Escarda-penyes y Apuntera-pa reis se abalanzan sobre el viejo para hacerle pagar caro su atrevimiento, pero, en las tres ocasiones, el jai reparte palos y los deja tendidos en el suelo. Finalmente, se queda Joanet de l’onso al cuidado de la casa y, aquí sí, el viejo encuentra la horma de su zapato. En un pasaje que hoy consideraríamos no apto para infantes, Joanet, mata (o eso cree él) al viejo de una paliza y lo deja colgando por los pies de un poste mientras sus compañeros están de caza. Sin embargo, cuando vuelven los gañanes y Joanet se dispone a enseñarles el cadáver, no encuentran ni sombra del mismo, solo un reguero de sangre que conduce a un pozo sin cuello, apenas un agujero, por donde se pierde el rastro.

… Per endins i per endins

Aquí llegamos al meollo de la cuestión: el pozo. Sucesivamente, bajan por él en busca del viejo los tres compadres de Joanet, pero ninguno alcanza siquiera a tocar el fondo. Ellos cuentan que el pozo es oscurísimo, de una oscuridad que “hiela el corazón” y que, a medida que se desciende, se puede sentir el calor y el humo del infierno. Apuntera-pareis, el último en bajar, incluso afirma haber oído las voces de los condenados y sentir sus uñas tratando de agarrarlo por las piernas. Joanet duda de la veracidad de estos relatos y se deja caer por el agujero decidido a derrotar al jai de una vez por todas. Cuando llega abajo, nuestro protagonista encuentra una mina por la que avanza y, al contrario de lo que explicaban sus compañeros, la luz es mayor a cada paso que da. Por fin, la mina desemboca en un hermosísimo jardín —lleno de árboles frutales macizos de flores y plantas aromáticas— y, en me dio de este edén, debajo de un peral, encuentra Joanet a una quinceañera “hermosa com un sol”. El joven queda paralizado de la impresión; la muchacha, más práctica, en cuanto lo ve, le insta a que huya del lugar ya que —explica— ella es una princesa encantada y la retienen prisionera tres guardianes, a cada cual más terrible. A saber: una serpiente de fuego, un toro de fuego y un viejo.

Juan el Oso, ilustración de Pablo Auladell para el primer volumen de Cuentos al amor de la lumbre, de Antonio R. Almodóvar.

Parémonos aquí un momento para analizar los elementos más llamativos de esta escena, empezando por el propio pozo que es un pozo paradójico, puesto que los pozos albergan agua y este, en cambio, nos es presentado como una antesala del infierno, donde predominan evocaciones del fuego: humo, calor y animales calificados como de foc (aunque, más adelante en el relato, no hagan alarde de ninguna capacidad mágica relacionada con este elemento, sino que el suyo es un fuego metafórico referido principalmente a la fiereza con la que atacan 9). Y, por otra parte, también hay un paraíso, una especie de Jardín del Edén exuberante, el espacio ideal para el encuentro del amado con la amada, tal y como nos lo describen en la Biblia y en las églogas pastoriles. Qué pozo más raro! ¿O no? A lo mejor los pozos de negrura infinita son así, sorprendentes. Y quizá lo que se halle en ellos dependa, en alguna medida, de las expectativas con las que se va al encuentro con lo desconocido. Joanet no cree que el pozo conduzca al infierno y mantiene alta su determinación de llegar “al fondo” del asunto, sea lo que sea lo que haya allí. Y lo que encuentra es la posibilidad de liberar al femenino que ha permanecido encantado, aprisionado, durante todo este tiempo.

Por otra parte, este descenso a los infiernos, lógicamente, remite a la muerte. Y es que hay que estar dispuesto a morir (a que una parte de sí mismo muera) para renacer en una nueva identidad más madura. Arranbassa-pins, Escarda-penyes y Apuntera-pareis no están dispuestos a dar ese paso. Joanet les increpa, antes de descender él mismo por el agujero: “No merecéis ni el agua que bebéis”. Es decir, no merece vivir quien no está dispuesto a morir de vez en cuando. Solo quien no teme adentrarse en lo profundo desconocido puede descubrir la mina y el tesoro que alberga.

Ses raons sien acabades

Sigamos. Con un par de golpes de su barra de cien quintales, Joanet deja fuera de juego a la serpiente y al toro; llega entonces el momento de enfrentarse al viejo. Para ello debe seguir las instrucciones que le ha dado la princesa 10 y que son las siguientes: cuando aparezca el jai y le proponga un duelo “justo” con la espada más de su agrado de entre todas las de su colección, Joanet deberá elegir la más vieja y oxidada, pues esa es la única espada de verdad, las otras son de caña aunque se vean flamantes. Al hacer esto, Joanet consigue vencer el combate, el cual acaba cuando el viejo, bastante maltrecho, huye y el joven aún acierta a cortarle una oreja de un tajo antes de que se pierda de vista para siempre. Entonces la princesa, contentísima, anuncia a Joanet su total disposición a casarse con él y felices ambos emprenden el camino de regreso a la superficie.

Nótese el paso del garrotazo limpio al enfrentamiento mediante la esgrima. El héroe se va refinando. La serpiente y el toro son animales de un alcance simbólico enorme, especialmente en el caso de la primera, y su encuentro con Juan el Oso daría para un artículo en sí mismo. Me limitaré a mencionar lo más obvio: que tanto la serpiente como el toro son seres no humanos y al estrellar la barra sobre su cabeza, metafóricamente, Joanet está terminando con —o dominando— la parte animal de sí mismo. Algo así como metiendo en vereda el cerebro reptiliano y el sistema límbico, el instinto y la emocionalidad, que a partir de ahora va a poder encauzar con mayor sabiduría. Porque es mucho lo que pierde (por ejemplo, el ímpetu que le da la ira fuera de control), pero para compensar gana la oreja.

Què mana, mi amo ?

Joanet y la princesa acuerdan que ella saldrá la primera del pozo, izada por los tres missatges 11 y a continuación lo hará él. En esta versión, la muchacha, “por lo que pueda pasar”, le entrega a su prometido, antes de separarse, un zapatito suyo de oro y media pera, también de oro 12. Luego ocurre lo que todos sabemos: la traición de los “amigos” de Joanet que, en lugar de subirlo a la superficie, dejan caer la cuerda confiando en que Joanet muera despeñado y así poder ellos beneficiarse de la recompensa por haber liberado a la hija del rey.

Si tomamos en cuenta el esquema del Camino del Héroe de Josep Cambpell, Joanet se encuentra aquí en el vientre de la ballena, el momento de la muerte y la resurrección y también de la revelación. Ahora está solo y dispone únicamente de sus propios recursos. La barra de hierro atravesada le sirve para detener la bajada y salvar la vida y, después de unos días sin comer, le hinca el diente a la oreja del jai, que guardaba en el bolsillo y, al hacerlo, acuden en su ayuda unas fuerzas mágicas, que lo sacan del pozo y lo devuelven a tierra firme. Y, más adelante, obviamente, la historia acaba bien 13 porque el héroe culmina con éxito su odisea.

Dibujo para el Cuatro de Bastos, de Laura Gómez Marín

¿Qué significado tiene esta estancia de un parei de dies 14 en el pozo que protagoniza Joanet? Imaginémonos la escena: nuestro protagonista está suspendido en el aire, a oscuras, hambriento y, tal vez por primera vez en su vida, se siente impotente y desesperado. Está claro que ya no es el chaval rústico que salió a buscarse la vida (dicho sea de paso, desde que abandonó su pueblo, a Joanet de l’onso nadie lo ve ya demasiado peludo. O ahora todos son tan peludos como él o él ha ido perdiendo pelo —y animalidad— por el camino). Sus razonamientos, a medida que avanza el relato, son más elaborados y, al final, es el ingenio y no la fuerza lo que le ayuda a demostrar quién es y reunirse con la hija del rey.

En el transcurso de la vida, maduramos al permitir que tengan lugar sucesivas “muertes”. Joanet necesita permanecer en el pozo (símbolo del ánima y atributo femenino) el tiempo necesario para completar una transformación profunda y salir, renacido. Puede parecer que en el pozo no sucede nada, pero sí pasan cosas. Por ejemplo, se adquieren nuevas habilidades —paciencia, introspección, reconocimiento de los propios límites— y se descubren aliados y talentos desconocidos. En este caso, la oreja es un órgano rico en significado, que remite, por su configuración, a los tres centros: instintivo, emocional y mental 15. Cuando los tres centros pueden operar conjuntamente se produce la “magia” que faculta al héroe, llegado el momento, para regresar “a la superficie” más sabio y fortalecido.

En fin. Podría seguir y seguir porque En Joanet de l’onso es un cuento infinito, repleto de enseñanzas para nosotros, por muy enclenques, lampiños y “civilizados” que seamos. Me dejo en el tintero, por ejemplo, referirme a la correspondencia que se da entre el rescate de lo femenino en la psique de Joanet y el rescate de lo femenino en el palacio del rey, esto es, en la sociedad (de hecho, tal vez sea este el elixir con el que este héroe regresa al mundo) con este Hércules mallorquín, garrulo y políticamente incorrecto, os dejo con el hermoso encuentro de Joanet y la princesa al final de la rondalla (¡no se puede pedir más!):

Aquest és! —diu ella, botant d’alegria tot d’una que el veu—. Aquest és qui m’ha desencantada! D’ell som i de ningú pus (¡Este es! —dice ella, saltando de alegría en cuanto lo ve—. ¡Este es quien me ha desencantado! De él soy y de nadie más).

Notas

1 L. Hernández Pallarés, F. Jorquera y L. Gómez Marín, Tarot de los cuentos: El camino del Tarot en los cuentos maravillosos de la península ibérica, Ediciones Diligente, 2019.

2 El primer volumen del Aplec de rondaies mallorquines d’En Jordi d’es Racó se publicó en 1896 y hasta 1931 se editaron un total de doce volúmenes que recogen unas 400 rondaies.

3 Tal vez la versión “canónica”, la más completa de que disponemos en nuestra área geográfica sea, como apunta Paco Jorquera, la recogida en los Cuentos al amor de la lumbre de Antonio Rodríguez Almodóvar, fruto de la síntesis de más de 40 versiones distintas.

4 Este principio posiblemente sea un indicio del origen remotísimo del cuento, pues, como señala Mª Pau Janer, en su prólogo a Les rondalles d’Eros i Psique (J. de Olañeta Editor, 1995): “en las sociedades totémicas una tribu se formaba normalmente a partir de la unión de un ser humano y de un animal”. Como curiosidad, mencionar que existe en Corea un relato fundacional en el que Dan-gun, un personaje real que fue el primer rey de la dinastía Goryeo (918 d. C. - 1392 d. C), virtualmente el padre de todos los coreanos, es el protagonista de una versión de Juan el Oso en la que se le presenta como hijo de una osa y un dios. Paco Jorquera ha señalado que la antigüedad del cuento se cifra en 5400 años, “aunque probablemente sea del Neanthertal. Puede llegar a tener más de 9000 años”.

5 A mi modo de ver, la muerte del marido (con quien no queda claro si la muchacha llegó a mantener relaciones sexuales, pues se dice que la vaca se extravió el mismo día de la boda), permite considerar al oso como verdadero esposo de la muchacha, de manera que el comienzo de esta historia se emparenta con el llamado ciclo del esposo encantado o del novio animal, es decir, el conjunto de cuentos coincidentes con los motivos que recoge Apuleyo en Eros y Psique (Aarne-Thompson, 425 & 428). No profundizaré en ello, puesto que el tema se aparta del objetivo de este artículo, pero he querido mencionarlo por las implicaciones simbólicas que adquiere la unión de la vaquera y el oso si pensamos en ellos como un trasunto de Psique y Cupido. Si bien aquí no se opera ninguna transformación en el oso (no deviene humano) y la aventura de la joven se limita a convertirse en madre, sí coincide esta variante con las narraciones del ciclo del esposo encantado en la imposibilidad de la muchacha de disponer de su libre albedrío fuera de la cueva (fuera del “reino del esposo”), en que se sobreentiende que la mujer está a solas la mayor parte del tiempo y en el hecho de que se la provee de alimento sin que ella tenga que preocuparse por su manutención (L’onso cada dia se n’anava a fer una volta per dur-li que menjar).

Juan el Oso, imaginado por la narradora y repentista Cristina Cabrer

6 Un “quintar” es una antigua medida que equivaldría, aproximadamente, a 41 kilos. Más difícil es establecer una correspondencia entre una “barcella” y una cifra del sistema métrico decimal, máxime cuando, en las diferentes zonas del territorio catalanohablante donde se usaba esta medida, la misma palabra servía para referirse a cantidades diferentes. Haciendo un cálculo aproximado, en Mallorca, una “barcella” podía equivaler a poco menos de 12 litros. Quiero referir que el motivo de la barra muy pesada que el protagonista lanza por los aires como si fuera una jabalina aparece en otras rondaies también (Joanet Manent), como parte de la descripción de personajes muy fuertes.

7 El negret (diminutivo de negre—negro—) es una especie de diablillo o trasgo de presencia recurrente en las rondalles. Por su conducta ambivalente, está emparentado con los djinns, genios orientales que podían ser buenos o malos según las circunstancias, pero servían fielmente a su amo una vez reconocían su supremacía. Los negrets eran custodios de tesoros, trabajadores infatigables y especialistas en tareas imposibles, de ahí que para Joanet de l’Onso la posibilidad de hallar un negret en la casa abandonada no le infunda miedo sino la expectativa de hallar un tesoro.

8 Este viejo es, en algunas versiones peninsulares, un duende y en otras el mismo demonio, como sucede, por ejemplo, en una variante del cuento recogida en el blog Cuentos populares de la Alpujarra granadina. Lo cierto es que el hecho de que a este personaje se le encuentre en una casa vacía —roja, además— coincide con el tipo de moradas (“edificios abandonados, lugares agrestes o templos paganos”), que se le adjudicaban al diablo en los cuentos populares. Y también el aspecto del viejo, su talante y su intervención escatológica evoca el tipo de actuación —más cómica que terrorífica— que suele protagonizar el demonio en el folklore mediterráneo. En relación a esto, cito: “(…) un simple paseo por el folclore español nos pone en contacto con el diablo como personaje recurrente e imprescindible (…). Sin embargo, más llamativa que su participación activa en los cuentos es la forma en la que lo hace. Si los textos sagrados nos presentan una imagen del diablo que lo identifica con la encarnación del mal, los cuentos tradicionales nos entregan una representación del maligno, en la mayoría de los casos, bastante distinta: “actuando sobre todo como sujeto cómico o personaje grotesco (…).En resumidas cuentas, “frente a las disquisiciones mítico-teológicas de los eruditos, la cultura popular no se interesó por identificar al diablo o a los demonios con la idea abstracta del mal. El imaginario colectivo ha representado a estos seres con los poderes bastante mermados, y a veces hasta de forma ridícula, utilizando la hilaridad como recurso contra el terror que podrían causar. El diablo del folclore es, sobre todo en la cuentística popular, una criatura ambivalente en cuanto a la moral, que incluso puede servir de ayuda a los seres humanos si se sabe cómo manejarlo (…)”, Ana Piñán Álvarez, De onis y diablos. Criaturas diabólicas de los cuentos populares.

9 Del toro de fuego se dice que treia foc p’es queixals, foc p’ets uis, foc per tot el cos, expresiones que no tomo al pie de la letra ya que, al menos la primera, es una frase hecha (Treure foc pels queixals significa estar muy enfadado) y deduzco que las otras dos (“echaba fuego por los ojos, fuego por todas partes”) tienen también un sentido figurado.

10 AaTh 313, La muchacha como ayudante en la huida (al estilo de Blancaflor).

11 La palabra missatge, en la variante balear, además de incorporar los significados que la palabra tiene en el catalán peninsular, posee la doble acepción de gañán, mozo de labranza al que se le contrataba por meses, y hombre sospechoso y no muy de fiar. Diccionari català-valencià-balear: https://dcvb.iec.cat/

12 Estos objetos servirán, al final de la rondalla, para que Joanet sea reconocido ante la corte como el auténtico salvador de la princesa. Además, sin ánimo de profundizar en ello, quiero recordar estas palabras de Eduardo Cirlot, incluidas en su Diccionario de símbolos: “El oro constituye también el elemento esencial del simbolismo del tesoro escondido o difícil de encontrar, imagen de los bienes espirituales y de la iluminación suprema”. Al ofrecerle estos objetos —objetos que son pareja o mitad, en clara referencia a la unión de ambos para que sean completos—, la princesa (el femenino) está revalidando su compromiso con Joanet, alentándolo a seguir adelante por encima de cualquier dificultad.

13 Acaba bien a la manera que mosén Alcover, un religioso del siglo XIX, entendía por “bien” y que ahora nos resulta chocante. Traduzco literalmente el final: “A Arranbassa-pins, Escarda-penyes y Apuntera-pareis les perdonaron la vi con tal de que se fueran a matar moros y nunca volvieran a acercarse a la corte. La hija del rey y Joanet de l’onso se casaron, y vivieron como José y María hasta que murieron. Y en el cielo nos veamos todos”.

14 Es una broma recurrente entre catalano-hablantes la referencia al parei mallor quí como una cifra muy indeterminada que, en ningún caso, se corresponde con el par castellano o el parell del catalán peninsular. Sería equivalente a “cierto número indefinido de días”.

15 Véase: “La oreja nos habla de sabiduría. Fisiognomía evolutiva y morfopsicología de la oreja”, https://onadauradaentrena.com/la-oreja-nos-habla-sabiduria-fisiognomia-evolutiva-morfopsicologia-laoreja/

Viejo pozo con cubo de madera

Bibliografía

Diccionarios

Cirlot, J. E., Diccionario de símbolos, Editorial Labor, 1992.

González Frías F., Diccionario de simbolos y temas misteriosos. https://www.diccionariodesimbolos.com

A. M. Alcover i F. de B. Moll, Diccionari catalàvalencià-balear (DCVB). https://dcvb.iec.cat/

Recopilaciones de cuentos

Antoni M. ALCOVER, Aplec de rondaies mallorquines d’En Jordi d’es Racó. Edició a cura de Josep A. GRIMALT amb la col·laboració de Jaume Guiscafrè. Editorial Moll, Mallorca, 1996-2009.

Material online

Josep A. Grimalt, “La catalogació de les rondalles de mossèn Alcover com a introducció a llur estudi”, 1978. https://lletra.uoc.edu/ca/obra/aplec-derondaies-mallorquines-den-jordi-desreco-1896-/detall

María de la Pau Janer, “Los cuentos del animalnovio: Los paradigmas de “Eros y Psique” y “La Bella y La Bestia”. Universitat de les Illes Balears, 21/10/2015, Ocnos Revista de Estudios sobre lectura http://ocnos.revista.uclm.es/

Maria Caldentey Salvà, Llengua i Literatura Catalanes: Éssers fantàstics a les Illes Balears: descripció i catalogació (TFG), Universitat de les Illes Balears, Any acadèmic 2018-2019.

https://dspace.uib.es/xmlui/bitstream/handle/11201/152287/Caldentey_Salva_Maria.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Ana Piñán Álvarez, “De ovnis y diablos. criaturas diabólicas de los cuentos populares”,

The Journal of Kanda University of International Studies, págs. 169-186, 2017-03-31

https://core.ac.uk/download/pdf/198566354.pdf

R. Martínez González y F. Lugo, “Juan Oso y la redención del salvaje”: https://www.researchgate.net/publication/262735956_Juan_Oso_y_la_redencion_del_salvaje

Aprende todo sobre Juan el Oso: https://hablemosdemitologias.com/c-mitologia-urbana/juan-oso/

“Cuentos populares de la Alpujarra granadina”: http://jmdeumcuentopopular.blogspot.com/2008/11/juan-el-oso.html

Material auditivo y visual

Nosotros te leemos: Juan el oso con locución de Paco Jorquera. Banco de datos sonoros de la red de de bibliotecas de Lorca.

http://nosotrosteleemos.blogspot.com/2018/04/juan-el-oso-con-locucion-depaco.html

Este artículo fue publicado originalmente en la primavera de 2021, en el número seis de la revista anual de AICUENT.















































































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