A veces, necesitamos que un sonido seco nos transporte al corazón.
Que, en un abrazo sincero, nos permitamos vibrar por dentro.
A veces, la razón se empequeñece, mientras la magia crea y crece.
Y entre medias, el tum, tum, tum nos despierta de un largo letargo.
Y a ritmo de tum, tum; tum, tum emprendemos firmes y en compañía los nuevos pasos que se abren al caminar.
Pasos que nos muestran bellos parajes que ni siquiera nos hubiéramos parado a imaginar.
Detener el tiempo a ritmo de corazón.
Prolongar en nuestras manos cada latido, cada aliento.
Y entre medias, soltar la voz, desplegarnos por dentro, abrir las alas de la creación.
Y, a nuestro propio ritmo continuar con el tum, tum, tum.
Siempre al golpito.
Tum, tum, tum.
Siempre acariciando un nuevo pálpito de nuestro corazón.
Tum, tum, tum.