¿Cómo es una media naranja?

María del Mar Val Jiménez

Enfermera de emergencias. Terapeuta Gestalt formada por la Fundación Claudio Naranjo. Docente de AICUENT.

La media naranja, un álbum escrito e ilustrado por la misma autora, Elena Ferrándiz, llamó mi atención ya sólo por su titulo. Tal vez porque la expresión “ser su media naranja” se ha escuchado mucho en nuestra sociedad, o al menos en mi entorno. La idea de que uno tiene que encontrar a su media naranja para ser feliz, hace que durante un tiempo vayas por la vida buscándola o al menos preguntándote: ¿Cómo será mi media naranja?, ¿Cómo sabré si alguien es mi media naranja? Después, en otra época la cuestión pasa a ser: ¿para que necesito una media naranja? Y en otros momentos te preguntas: ¿es que yo no soy completa? Y otras veces incluso te dices a ti misma: ¿Qué tengo yo que ver con una o con media naranja? Si continuamos dando vueltas al tema, podríamos llegar a preguntarnos si la mitad de una naranja encaja con la mitad de otra naranja, una naranja distinta y además cogida de otro árbol.

Podríamos seguir la reflexión preguntándonos por la opinión que tenemos respecto a cómo decidir si el encaje entre las dos mitades es adecuado. ¿Qué es lo que valoramos para aceptar que alguien es o no es nuestra media naranja? ¿El encaje ha de ser perfecto o puede ser diferente?, ¿Tienen que encajar lo externo, lo interno, o ambos? Sobre este tema hay muchas teorías y opiniones, y cada uno escoge la que prefiere o aquella con la que se identifica.

Unas afirman que la media naranja es la parte que te falta para ser completo, motivo por el que aquí recomiendo el álbum ilustrado La parte que falta, de Shel Silverstein. Podría venir al hilo de lo que hablamos. Otras personas opinan que cada uno ha de ser completo en sí mismo y que, en todo caso, habría que buscar una naranja completa para rodar juntos. Es un punto de vista que también daría para otro debate, pues estas dos naranjas también necesitarán gestionar sus diferencias intrínsecas o extrínsecas, que dependerán de las peculiaridades de cada una. Tendrán que hacerlo para poder rodar más o menos igual, con la misma velocidad, constancia, por los mismos caminos, etc. Es decir, los retos de la convivencia.

En mi opinión, nuestra media naranja es complementaria, contrapuesta y semejante a nosotros. Es decir, es el otro quien te ve y te muestra una parte de ti que tú mismo nunca verás. Por otro lado, entre todo aquello que alguien proyecta de ti, unas cosas te gustan y te unen a esa persona y otras no te gustan y, de entrada, te distancian de él o de ella, aunque te ofrecen la oportunidad de aprender algo sobre ti y aceptarte como eres. Al hablar de complementariedad no me refiero a que te falte algo, pues buscar una pareja creyendo que va a llenar tus vacíos o carencias, sería un punto de partida negativo, ya que nadie si no tú mismo puede llenar esas carencias. Como he dicho, la pareja te muestra aquello que también está en ti y no eres capaz de ver.

Esta búsqueda de la media naranja me recuerda al mito del andrógino, tal como lo expone el cómico Aristófanes en El banquete de Platón, una obra clásica cuyos discursos están dedicados a Eros, Dios del amor y el deseo. Aristófanes contó algo así:

Hace mucho tiempo la humanidad se dividía en tres sexos, masculino, femenino y andrógino (un término compuesto con las raíces griegas: andro, ‘hombre’ y gino, ‘mujer’). Todas estas criaturas eran redondas, tenían 4 brazos y cuatro piernas, 2 caras y dos sexos. Estaban unidas por el vientre y eran fuertes y vigorosas, tanto que se sintieron con fuerzas para arremeter contra los dioses. Zeus, que no podía eliminar a quienes le veneraban, decidió cortar a toda la raza humana por la mitad, para desvitalizarlos y quitarles fuerza. De esta manera, la humanidad siguió con su vida, eso sí, intentando encontrar siempre a su otra mitad. Las mitades masculinas y femeninas buscaban a su otra mitad, dando lugar a la homosexualidad, y los andróginos se entregaban a la heterosexualidad, para encontrar también a su otra mitad.

En el momento de buscar pareja nos podríamos preguntar, ¿desde dónde la buscamos? ¿Desde la necesidad, la idealización, la competitividad, la admiración, la pasión, etc. …? Bien, La media naranja me gusta mucho porque es un cuento con sorpresa final o mejor dicho, con un final, desde mi punto de vista, inesperado. Trata sobre Tina, una naranja que va en busca de su otra naranja, su alma gemela. Rima a rima y con ilustraciones impregnadas de humor y ensueño, el álbum nos cuenta que muchos candidatos pasan por su camino, pero ella no encuentra a su alma gemela en ninguno de ellos. Y cuando menos lo espera, aparece de repente su otra naranja, o su media naranja, Clemen. Cuando se conocen él se siente inseguro y todavía está poco maduro, así que Tina tiene que esperar a que caiga del árbol y entonces lo lleva a su casa. El final del cuento no lo explicaré, ya que sugiere muchas posibilidades y puntos de vista distintos, que daría para un debate presencial, bien suculento.

En este álbum, Elena Ferrándiz nos lleva de principio a fin con una intención determinada, aunque quien lo lea o escuche podrá hacer interpretaciones diferentes, todas válidas, dependiendo del momento por el que pase, de sus creencias, sus valores, la educación recibida.

Con toda esta argumentación y los muchos interrogantes que apunto, me gustaría conseguir provocar una reflexión profunda en cada uno y poder llegar a un punto final de encuentro, o no. La media naranja nos anima a romper estereotipos y nos abre posibilidades. Estamos en un momento ideal de apertura, a cualquier oportunidad distinta a aquella que creíamos única y válida. Siento que este es un álbum ilustrado muy potente para tratar el tema de las relaciones en general y de la pareja en particular.

Espero que os haya gustado y nos encontramos pronto, corazones.

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